Para evitar, en lo posible, el conocido como “síndrome post-vacacional”, esta primera entrada de septiembre gira en torno a “La tía Mame” (“Auntie Mame”), del escritor norteamericano Patrick Dennis (1921-1976), y que le daría la inmensa fama de la que gozaría desde entonces.“La tía Mame” es una novela divertida, glamurosa, sensual, ágil en su desarrollo, fresca en su escritura, que refleja la modernidad (y los sinsabores) de los años previos y posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Un repaso irónico y sarcástico de diferentes ambientes neoyorquinos (y sureños) de la época, desde los más sofisticados y pretendidamente intelectuales y vanguardistas, a los más rurales y conservadores.La novela fue llevada al cine en 1958, con Rosalind Rusell interpretando el papel de la tía Mame. Y en 1966 fue trasladada a la escena musical con el título de “Mame” y música de Jerry Herman (el autor de “Hello Dolly!”). De dicha comedia musical se realizó también su versión fílmica en 1974, siendo Lucille Ball su intérprete principal.Recomiendo su lectura para afrontar el duro otoño que se nos presenta. Ya habrá tiempo para malas noticias. Ahora nada mejor que esconder un poco la cabeza entre las páginas de esta simpática y explosiva novela.Nota: Si queréis saber más de las diferentes adaptaciones al cine (en especial de la versión musical), podéis visitar el siguiente enlace de mi blog “Enciclopedia del cine musical”:
http://enciclopediadelcinemusical.blogspot.com/2011/09/ante-todo-mujer-mame-eeuu-1974.html
RESUMENUn niño de diez años queda huérfano en la poco edificante América de 1920 y es puesto bajo la potestad de una dama excéntrica, obsesionada por estar à la page, vital, caprichosa, seductora y adorable. Junto a ella pasará los siguientes treinta años en una espiral incesante de fiestas, amores, aventuras y diversos golpes de fortuna.(“La tía Mame”. Editorial Acantilado. Traducción: Miguel Temprano García)
CAPÍTULO I. LA TÍA MAME Y EL HUERFANITO.Como no tenía nada mejor que hacer (mi padre), telefoneó a su secretaria, que se parecía a Bebe Daniels, y le dictó su testamento.
La secretaria mecanografió un original y cuatro copias, se puso el sombrero y cogió un taxi desde la calle La Salle hasta el Hotel Edgewater Beach para que mi padre lo firmara.
Fue emocionante desayunar mientras el gran tren New York Central atravesaba los campos a toda velocidad.
Sin embargo, cuando el taxi entró en Beekman Place, pareció experimentar un cierto alivio. (…) El taxi se detuvo delante de un enorme edificio que parecía exactamente igual a los de Lake Shore Drive, Sheridan Road o Astor Street en Chicago.
Una pareja de aspecto siniestro avanzó hacia el recibidor. El hombre parecía una mujer, y la mujer, de no ser por su falda de tweed, era casi idéntica a Ramón Novarro.
Una vez en el cavernoso salón de la tía mame, que recordaba mucho al decorado del club nocturno de “Vírgenes Modernas”, nos alivió ver que estaba lleno de gente con pinta de hombres y mujeres normales.
Luego la tía Mame llegó con un vestido de fiesta amarillo como el que llevaba Bessie Love en “Melodías de Broadway”.
CAPÍTULO II. LA TÍA MAME Y LA HORA DE LOS NIÑOS.Mame, querida (…), tendrás que ser diferente en Scarsdale…, algo parecido a Jane Cowl. Pensaba más bien en un vestido sencillo.
Pasamos el resto de la tarde viendo una película de Tom Mix que a Ito y a mí nos gustó mucho, aunque la tía Mame afirmó que era repugnante la de cosas que hacen tragar a la gente y que el gobierno debería subvencionar películas culturales.
CAPÍTULO III. LA TÍA MAME EN EL TEMPLO DE MAMMON.
Así que era lógico que la tía Mame acabara recalando en el taller rococó de Elsie de Wolfe y sus simpáticos colaboradores.
La tía Mame se abría paso entre los clientes gorjeando como un canario desaforado, y me envió un par de veces (…) a comprarle cigarrillos Melachrino.
En esos días, su pasión por los tejidos exóticos hizo que adquiriese casi todo su vestuario en la boutique de Jessie Franklin Turner.
La última parada de la tía Mame en la industria de la ropa fue en la boutique de Henri Bendel, donde (…) durante casi una semana trabajó de modelo pasando trajes de tarde.
Después (…), la tía Mame puso en marcha un servicio de compra personalizada ofrecido como gentileza para los clientes del Hotel Algonquin.
El gran día del estreno de la tía Mame, (…) fui a toda prisa a Boston, donde la tía Mame había instalado sus cuarteles en el Ritz.
Llegamos al Teatro Colonial a las siete, ocupé mi asiento en la primera fila (…).
Pero el Día de Acción de Gracias me envió una breve nota formal que decía: “He aceptado un empleo en la R.H. Macy Company. Venderé patines al menos hasta Navidad (…)”.
Patrick debía de ser muy rico (…), y se alojaba en el St. Regis.
El señor Burnside (…) llevó a la tía Mame a ver a Marilyn Miller.
CAPÍTULO IV. LA TÍA MAME Y LA BELLEZA SUREÑA.
Viajamos a Georgia en el enorme Duesenberg Phaeton del tío Beau (…).
Por fin fuimos a parar a una enorme meseta y a una vasta extensión de prados verdes que terminaban bruscamente en un dique que corría a lo largo de la orilla del río Savannah.
CAPÍTULO V. LA TÍA MAME, DAMA DE LAS LETRAS.(…) “esa mujer es clavadita a Bella Shuttleworth, de Delaware Avenue, en Buffalo”, (…).
Pues bien, nos abrazamos como viejas amigas, que es lo que éramos, y entramos en el Plaza a tomar una copa.
Oí la voz de la tía Mame que canturreaba “Chica de Buffalo, ¿no sales esta noche? ¿No sales esta noche?”. Y supe que se había embarcado en una nueva aventura.
"Buffalo Gals", canción tradicional del folklore americano (y a la que hace referencia el fragmento anterior), en la voz de Bruce Springsteen.
Brian y yo acabamos de volver de dar un paseo por los páramos de Oyester Bay.
En otra ocasión la tía Mame decició que Brian y yo disfrutáramos de nuestra mutua compañía entre el esplendor medieval de Los Claustros.
Luego dimos cuenta de una opípara comida y la tía Mame afirmó que, en su opinión, sería divino que yo llevase a Agnes al Radio City Music Hall a ver una buena película y el precioso belén que habían instalado allí.
CAPÍTULO VI. LA TÍA MAME EN MISIÓN DE AUXILIO.No puedo enviar a Ito a una ciudad desconocida, así que mañana cogerás el coche e irás a S.S. Pierce a traerme una lata de …
Las ventanas de la habitación de la tía Mame estaban abiertas y oí cómo en su gramófono portátil sonaba la música avanzada de Paul Hindemith.
Cuando llegamos al piso de arriba, la tía Mame se había cansado de las “Metamorfosis sinfónicas” de Hindemith y había puesto el “Empty Bed Blues” de Bessie Smith.
Admito que los miembros del Consejo Escolar, despatarrados entre las cartas y las botellas de licor, con sus chaquetas rojas y azules y sus pantalones de franela blancos, recordaban un poco a una antigua compañía de cómicos de la legua en plena representación de “Floradora”.
CAPÍTULO VII. LA TÍA MAME EN LA UNIVERSIDAD.Nuestro único dios era Fred Astaire. Era todo lo que nosotros queríamos ser: refinado, cortés, apuesto, inteligente, adulto, ingenioso y sagaz. Veíamos sus películas una y otra vez, oíamos sus discos hasta que estaban grises y rayados e imitábamos en lo posible su forma de vestir.
Biff, Jack o Alex (…) conocían a los amigos famosos de la tía Mame, actuaban con elegancia en sus salones o la llevaban al Stork Club.
En esa época, yo estaba viviendo un intenso amorío con una camarera llamada Bubbles (…), por lo que pasaba casi todo mi tiempo libre en el Robert Treat Hotel esperando a que llegara Bubbles.
Y, al llegar la Semana Santa, ya casi no hablaba de las ofertas de Lerner y sí, en cambio, de las creaciones de Hattie Carnegie.
Con la elegante voz de Fred Astaire cantando “They Can’t Take That Away From Me” como música de fondo, mis amigos hablaban del gran baile, de la fiesta que daríamos en nuestras habitaciones y de quién era lo bastante Astaire para que lo invitáramos y quién no.
La noche del jueves previo al inicio de los festejos, estaba en mi habitación escuchando el disco “Bojangles” de Fred Astaire y haciendo a toda prisa el equipaje para escapar.
Silbando “The Piccolino”, recorrí tranquilamente la acera y abrí la puerta del coche. La melodía murió en mis labios.
Mavis Hooper era la chica más golfa de la ciudad, hija ilegítima de la puta del pueblo y casi por completo carente de inteligencia, aunque se rumoreaba que su veradero padre era Woodrow Wilson.
-Pero, cariño, si son más de las diez y media y tocan Glen Gray y su Casa Loma Band. Lo he visto en el periódico.
En comparación con los vaporosos vestidos de verano blancos y pasteles de las chicas del baile, el de Bubbles parecía un traje que alguien hubiese dejado olvidado en el guardarropa de un musical de los hermanos Minsky.
Apagué la luz y, con la voz de nuestro ídolo cantando “The Way You Look Tonight”, y pensando en mi recién recobrada libertad (…), me sumergí en el sueño de los justos.
-De ti, una Fanny Ward de pacotilla, una niña de cuarenta y cinco años…
-Tranquila, Lillian Russell –dije en tono desagradable-. Al fin y al cabo no eres más que mi anciana tía, aunque sean las tantas de la noche.
CAPÍTULO VIII. LA TÍA MAME Y MI AMOR FRUSTRADO.Cené con Gloria y su familia en su apartamento de ese feo desfiladero de césped marchito, monóxido de carbono y mala arquitectura conocido como Park Avenue.
Había pensado ponerme este vestido estampado de Schiaparelli, pero es del año pasado, así que no servirá.
-Oye, Molly Pitcher de pacotilla –rugí-, no sé lo que estás pensando, pero te aseguro que no vas a ir a casa de los Upson con una bolsa de papel llena de disfraces de lechera.
Mi cuarto de baño es de color rosa con un grabado de un galgo de Tony Icart y …
CAPÍTULO IX. LA TÍA MAME Y EL LLAMAMIENTO A LAS ARMAS.Pero cuando nos divertíamos, también era a lo grande: nos alojábamos en el hotel Shepheard y coqueteábamos con la reina Farida en el club de Hípica.
Al final, cantamos “Begin the Beguine”, por sugerencia de Gladys, que me susurró: “Esta canción hace que me ponga de lo más apasionada”.
Fred Astaire (junto a Eleanor Powell) en el maravilloso "Begin the Beguine" (de la película "Broadway Melodie 1940")
-Pero yo pensaba que sería como una madre para ellos …, como la señora Wiggs en la película de W.C.Fields. ¡Y he fracasado, fracasado, fracasado!
CAPÍTULO X. EL VERANO DORADO DE LA TÍA MAME.Miranda pintaba al estilo de Eugene Berman (…) y tomaba fotografías a la manera de Cecil Beaton.
-¿Quién es el cantante, Pegeen?- Jo Stafford.- Pobre hombre, qué voz tan chillona.
"Autum Leaves" en la voz de Jo Stafford (obsérvese la ironía del fragmento, al ser confundida la famosa cantante americana con un hombre)
CAPÍTULO XI. LA TÍA MAME VUELVE A LAS ANDADAS.-¿Es como Punjab en el cómic “Little Orphan Annie”?