Para resolver este problema, preveían instalar una pasarela de madera de 7 metros de largo, respetando la norma de no pasar del 8% de desnivel y que quedaba integrada, con unas escaleras alrededor y sin barandillas. Los responsables del templo encargaron un proyecto a un arquitecto, quien se reunió con técnicos del Ayuntamiento y el Principado para ajustarse a la normativa.
El Consistorio dio el visto bueno y todo parecía continuar con su tramitación normal. Pero, al llegar a Patrimonio, y tras ocho meses de espera, se rechazó por unanimidad al considerar que tal diseño es incompatible con la catalogación de Bien de Interés Cultural (BIC) para el templo, que el Vaticano elevó a categoría de basílica menor en 2014.
La alternativa dada por la Administración regional consiste en instalar una rampa móvil. Una solución poco práctica y que obligaría a tener personal para ponerla y quitarla cuando llegara alguna persona con movilidad reducida o padres con carritos de bebés, algo para lo que la basílica no dispone de medios, según valoró el párroco.
Una mala noticia que empaña los actos del centenario de la basílica, aunque hay otras buenas. La recaudación para el arreglo del órgano roza ya los 20.000 euros, lo que permitirá acometer una primera fase.
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