Por mucho que roben algunos dirigentes del PP y del PSOE, los partidos de La Casta que denuncia Podemos, siempre serán menos detestables que esos mismos denunciantes que pasean por Europa como a héroes a condenados a prisión por pertenencia a organización terrorista “en grado de dirigente”, como fue Arnaldo Otegui.
Izquierda Unida y Podemos lo han tomado bajo su protección abusando de las actas de sus eurodiputados, junto con Bildu y el grupo de la izquierda europea GUE-NGL.
Se presentó así en las instituciones comunitarias como un líder pacifista del futuro País Vasco independiente exigiendo la demolición del Estado español y la libertad para los asesinos etarras, "presos políticos" como él.
Otegui acaba de cumplir la última sentencia condenatoria de la Audiencia Nacional. Antes hubo otras, pero menores, al ocultarse de los charcos de sangre de los asesinatos de ETA.
Cumplió la sentencia legal, pero esos partidos que quieren gobernar defendiendo el separatismo, la ruptura de España, lo llevan como a un ídolo en lugar de hacerle cumplir la sentencia de oprobio moral, que es la única que puede aplicársele.
Los corruptos de los partidos de La Casta están cayendo uno a uno, incluso muchos sospechosos que quizás no resulten culpables. La cárcel, pero sobre todo la vergüenza y el deshonor, son el castigo que recibirán antes o después.
Pero mientras aparecen también otros putrefactos, por ejemplo, en Podemos, nadie podrá acusar a los de La Casta de haber ordenado dispararle a nadie, o de poner bombas que mataban indiscriminadamente, incluso a niños.
Aquí tenemos a Alberto Garzón, de Izquierda Unida, y a Pablo Manuel Iglesias Turrión, de Podemos, ordenándole a sus eurodiputados que le consigan encuentros y apoyos a Otegui en importantes organizaciones internacionales.
Debe saberse que votar a esta gente es votar indirectamente a Otegui y a quienes asesinaron a casi un millar de personas, cuyos cuerpos ensangrentados, despedazados, aún tenemos a la vista.
Al GUE-NGL no pertenecen los socialistas españoles, pero sus eurodiputados recibieron órdenes de Pedro Sánchez de no oponerse al discurso explosivo como una bomba del exdirigente etarra, quizás para congraciarse con sus herederos políticos y con Garzón e Iglesias Turrión.
Aunque PP, UPyD y Ciudadanos pidieron impedir ese atentado a la dignidad de los muertos, el presidente del Parlamento Europeo, el socialista alemán Martin Schulz, debidamente asesorado desde Ferraz, desdeñó la demanda.
Podría decirse que el PSOE actual fue cómplice de Otegui y los suyos en ese intento enloquecido de Sánchez de llegar a la Moncloa.
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SALAS