Patti Smith nunca quiso escribir canciones, menos aún tocarlas en público. Ella amaba la poesía que leía mientras despachaba libros en una tienda de Nueva York y soñaba con editar sus propios poemarios. La música, por aquel entonces, era algo tan remoto que ni siquiera existía en sus pensamientos. Los años de formación de Smith estuvieron marcados por la poesía y la literatura y por la eclosión cultural que se dio en Nueva York a comienzos de los años setenta, cuando ella llegó a la ciudad con veinte años y muy poco dinero.Aquella fue una época en la que poetas, fotógrafos, pintores y compositores intercambiaban ideas y pensamientos en una ciudad que vivía sus peores momentos, un Nueva York marcado por la delincuencia, las drogas, la violencia y el éxodo de la clase media en beneficio de la llegada de jóvenes de todo el país atraídos por la caída del precio de los alquileres.
Pasarían muchos años y muchas historias hasta que Patti Smith, impulsada por su pareja y sus amigos, se decidiese a escribir las canciones que formarían Horses (1975), su primer álbum. Aquel disco, considerado por muchos como uno de los mejores de los años setenta, la consolidó como un referente del punk, pero un punk en el que la música iba más allá y en el que las letras de las canciones abrazaban más a la poesía que a la rabia callejera. Smith, con gran inteligencia y sutileza, supo captar la esencia de aquella realidad para plasmarla en unas canciones que iban más allá del grito y el escupitajo.
Cuando Horses llegó a las tiendas, Smith ya había publicado tres libros de poesía, obras que circulaban por el underground neoyorquino y que poco a poco hicieron que aquella joven de Nueva Jersey comenzase a entrar en los círculos artísticos y culturales de aquella extraña vanguardia que se despediría sin grandes éxitos para ser elevada a los altares culturales con el paso de los años.
La carrera musical de Patti Smith ha sido intermitente, con algún trabajo menor y sin el gran reconocimiento del público que tuvo su primer disco. Tras publicar tres álbumes más entre 1976 y 1979, Smith desapareció del mapa artístico y de Nueva York. La cantante y su marido, el también músico Fred Smith, dejaron la ciudad y la carretera para convertirse en un matrimonio convencional en un pequeño y tranquilo pueblo de Michigan. Smith no volvería a publicar un disco hasta 1988 ni a presentar un libro hasta 1992, un largo periodo durante el que se dedicó a ser madre y a vivir una vida tranquila ajena a los movimientos de vanguardia. “Creo que no hay trabajo más duro que ser esposa y madre. Requiere paciencia infinita, humildad, empatía y dignidad… o falta de dignidad. Es una posición que debe respetarse y honrarse, y no considerarse una alternativa noña”, explicaría la cantante en una entrevista publicada en Todos te quieren cuando estás muerto (Ed. Contra).
Este año, Smith ha vuelto con Banga, un álbum maravilloso que contiene los elementos más destacados de su carrera, letras sugerentes e inteligentes, instrumentación imprevisible, partes de poesía, y melodías marcadas por una voz sorprendentemente mejorada por el tiempo. Un genial trabajo en el que participan sus dos hijos, su banda desde hace 30 años y en el que colabora su amigo Johnny Depp. “He grabado con mi familia musical, y mi familia de sangre. Es bueno experimentar con otra gente, pero con tus músicos hablas un mismo lenguaje, tienes complicidad después de tantos años”, explicaba Smith en una entrevista reciente. Ahora la artista está de gira, recorriendo otra vez el mundo, subiéndose cada noche al escenario para recuperar su legado musical, una obra llena de joyas que han conferido a la cantante un estatus que nunca debió perder, aunque ella solamente quisiese escribir poemas.