Paula Izquierdo: "La falta"

Publicado el 27 diciembre 2020 por Juancarlos53

✔  “Creo que si he sido un buen psiquiatra es porque nunca me ha importado la gente. En realidad, oía las angustias, los traumas, las desgracias, las tinieblas en que vivían los demás sin que me afectaran un ápice. Al contrario, cuanto peor estaban ellos, mejor me sentía yo.” (Pablo)
✔  “Muy a menudo me pregunto si de verdad me gusta escribir. O si, como leí hace poco que decía un psicoanalista, la escritura es la porción de masoquismo que todo ser humano necesita.” (Sara)

Azarosamente como tantas veces sucede en la vida, he llegado hasta esta novela. Resulta que andaba yo viendo de completar el Reto de 'Lecturápolis' de la A a la Z y me faltaba un autor en la letra 'I'. No se me ocurría ninguno, así que indagué en el blog de Marisa y allí encontré el nombre de Paula Izquierdo. Leí las primeras páginas de su novela "El callejón de los silencios" y quedé atrapado en la maraña de sus palabras. ¡Vaya!, me dije, tengo que buscar algo escrito por ella. Además, por las fechas en que estamos, casi acabando el año, quería una novela suya que no fuese muy extensa. Y dicho y hecho, en Amazon encontré "La falta", novela del año 2005, de sólo 208 páginas. La tengo, pensé. Y sí, yo creo que, aparte de resolverme ese problemilla del Reto, me he topado con una novelista desconocida para mí aunque de amplia trayectoria y de la que, estoy convencido, leeré más en el futuro.

Resumen y sinopsis de "La falta" de Paula Izquierdo

¿Qué tiene que ocurrir para que un hombre, un psiquiatra de prestigio, que lleva una vida ordenada y estable, se vea sumido en la más absoluta confusión? Pablo, un hombre de cincuenta y tres años, tendrá que enfrentarse consigo mismo para intentar asumir lo que ha sido su vida hasta ahora. La catarsis que sufre el protagonista, una especie de huida hacia adelante, es propiciada por la lectura de los cuadernos de su hermana Sara, escritora, diez años más joven que él, a la que hasta entonces había ignorado. Dios tardó, según el Antiguo Testamento, siete días en crear el mundo; el de Pablo, en cambio, está a punto de derrumbarse en el mismo espacio de tiempo. Con una prosa sencilla y contenida, Paula Izquierdo estructura La falta como una novela de suspense psicológico que atrapa al lector desde la primera línea. Las tensiones vitales de los dos protagonistas, Pablo y Sara, definen las líneas maestras de la obra. Por un lado, Pablo busca el castigo porque considera que ha incurrido en una falta. Por otro, Sara, que se siente castigada por la vida, necesita incurrir en lo depravado para justificar el castigo. Él ha crecido en un entorno y construido un mundo donde todo es excesivamente racional y tiene una lógica. Ella, por el contrario, considera que «la poesía de la existencia se encuentra en lo incalculable; existe sin razón». ¿Qué son las palabras si sólo mienten? ¿Qué es el amor si sólo es sexo? La falta, novela de pérdidas y ausencias, intenta dar respuesta a estos interrogantes, aunque, como dice Milan Kundera «la sabiduría de la novela es la sabiduría de la incertidumbre». La falta significa defecto, error, vacío o carencia. En La falta todos estos aspectos del ser humano tienen cabida en un compendio de miles de verdades relativas. .
La escritora
Buscando información sobre Paula Izquierdo (Madrid, 1962) me entero de que es psicóloga de formación. Como es la primera lectura que realizo de una obra suya no puedo hacer afirmaciones generalizadoras, pero lo que sí que es evidente en "La falta" es que sus conocimientos de la psicología del ser humano quedan patentes en esta novela. Lleva veinte años dedicada a la escritura. Ha publicado, además de la que he leído, las novelas siguientes: La vida sin secreto (1997), El hueco de tu cuerpo (Anagrama, 2002), El nombre no importa (2010),  El diario oculto de la princesa de Éboli (2016), y El callejón de los silencios (2017); el libro de relatos Anónimas (Seix Barral, 2002), y ha participado además en las antologías, Páginas Amarillas (1997), Lo del amor es un cuento (1999), Lo que cuentan los cuentos (México, Eón, 2001), Lavapiés (2001), Ni Ariadnas ni Penélopes: quince escritoras españolas para el siglo XXI (Castalia, 2002), entre otros. Es también autora,de los ensayos Cartas de amor salvaje(s) (Aguilar), Picasso y las mujeres (Belacqva), Sexoadictas o amantes (Belacqva, 2007). Su hasta el momento última novela, El callejón de los silencios (2017), fue ganadora del décimo Premio Logroño de Novela.
Mi comentarioPablo, psiquiatra de profesión, escapa de la gran ciudad hacia el sur tras la muerte y entierro de su hermana  Sara, cuya relación con ella había descuidado desde hacía tiempo. Esta falta de dedicación a Sara y la fragilidad de esta mujer consagrada, al menos en apariencia por entero a la escritura de novelas, es lo que en esta huida al desierto al borde del mar (en mi imaginación la acción por este y otros detalles se ubica en la provincia de Almería) van a hacer reflexionar a Pablo. La muerte de Sara representará para él una especie de catarsis, un reencuentro consigo mismo, con sus debilidades, sus carencias afectivas, su egoísmo, su falta de sensibilidad que le impedía percibir las llamadas de socorro que silenciosamente Sara, su hermana pequeña, en vida le lanzaba.
Pablo está separado de su mujer Amalia, aunque ambos mantienen una buena relación. Es ella, Amalia, quien le envía a esa casa de la playa donde se ha refugiado unos cuadernos de Sara en los que ésta hacía apuntes y anotaciones sobre su vida personal, una especie de diario donde también escribía borradores de escenas para posibles futuras novelas. Pablo lee en esos cuadernos durante la semana que dura su retiro del mundanal ruido lo que su hermana pensaba de sí misma, de su propia vida, de su familia, de su hermano Pablo, y del mundo en general. Descubrirá a una Sara que desconocía, una mujer que en el fondo lo admiraba aunque no se lo dijese directamente. Se da cuenta Pablo de la enorme fragilidad de su hermana y de lo poco -nada, más bien- que él hizo en vida por ella. Se enterará con enorme sorpresa de cosas, aparentemente tan sin importancia, como de dónde sacaba Sara el dinero para sobrevivir; algo que él siempre imaginó provendría de las ventas de sus novelas y no de otro tipo de transacciones más lúbricas. La venta del propio cuerpo junto a prostitutas profesionales en confusa mezcla de ejercicio de indagación propio de la novelista y de satisfacción personal o de falsa huida de la soledad es de lo que Sara informa en esos diarios. ¿Verdad o pura ficción propia de la creación novelística? 
Junto a las informaciones que la propia Sara vierte en esos diarios escritos en primera persona está la otra narración, la que cuenta Pablo también en primera persona sobre esos siete días vividos en el refugio meridional donde él y su hermana Sara junto a sus padres pasaban los veranos. Desaparecidos los padres, la casa es lugar de solitarias estancias pasajeras por parte de ambos hermanos. La casa es atendida por Elisa, una mujer de la localidad, que en esta ocasión, al estar ella ocupada en el restaurante que tiene abierto en el pueblo, envía a su hija Sara, mujer pocos años menor que la fallecida, que crea en la mente de Pablo un confuso batiburrillo de ideas en el que se mezcla la atracción erótica que esta mujer despierta en él con la equívoca homonimia que le lleva a confundir en su imaginación a las dos Saras. La mentira, la ocultación de la verdad, las informaciones veladas, la hipocresía... son manifestaciones propias del psicólogo Pablo que, además de escapar de la vorágine urbana y del episodio de la muerte de Sara, ha llevado consigo a esta segunda vivienda para estudiar una serie de casos de la consulta que con otros compañeros tiene abierta en la ciudad. Pero, ciertamente, el verdadero caso que va a escudriñar e intentar comprender es el suyo propio.

La novela está cargada de referencias literarias. La primera y más evidente es la de Milán Kundera de quien una cita inicial que enmarca y sirve de entrada a la historia viene a declarar que lo íntimo más trivial coincide en esencia en los mecanismos psicológicos con aquellos grandes acontecimientos en apariencia increíbles e inhumanos. 
A lo largo de la novela hay gran variedad de citaciones. Por ejemplo del surrealista Louis Aragon ("A partir de un cierto día, vivir no es más que sobrevivir"), del existencialista Albert Camus (¿Hasta dónde llegará la noche donde ya no me pertenezco?, se preguntó Camus.), de Samuel Beckett... Pero quisiera destacar en especial la de la muy libre y anticipada a su tiempo Djuna Barnes:
"«Ella, cuando se enamoraba, era con una perfecta ferocidad de falta de honradez acumulada: se convertía automáticamente en una especie de chamarilera, especializada en sentimientos de segunda mano y, por consiguiente, incalculables.» Djuna Barnes, El bosque de la noche. ¿Estaría hablando Barnes de mí?"
Esta referencia a la escritora norteamericana que en su novela "El bosque de la noche" [en 2013 leí y reseñé esta novela que me produjo una fuerte impresión aún muy presente en mi memoria] indaga en las entrañas de la mente humana en la que penetra a través del surrealismo vanguardista es esencial y muy reveladora de la personalidad luchadora e independiente de la hermana de Pablo. El surrealismo, el incipiente feminismo, la liberación de la mujer con las cargas que en esos años la misma conllevaba, ha servido de inspiración al feminismo y empoderamiento de la mujer que hoy tanto se ve y se pregona. Al tiempo muchos de los asuntos y elementos manejados por Djuna Barnes en su novela (el onirismo, la libertad sexual, el existencialismo, el culturalismo [literatura y cine, especialmente], algún ribete humorístico como cuando se refiere a la prescindibilidad de la literatura...) son tocados por Paula Izquierdo en su novela. 
Para qué nos vamos a engañar, todo es prescindible. O, quizá, alguien es capaz de afirmar que el mundo sería de otro modo si no hubieran existido Proust, Joyce, Faulkner o Musil. No hay nada imprescindible en esta puta vida y menos una novela. Pero no 
Pero no se vaya a pensar que la escritora es una mera recreadora de la Barnes. Para nada. Paula Izquierdo en "La falta" muestra una serie de consideraciones la mar de interesantes sobre al amor y sus cadenas; sobre la propia creación literaria; sobre sus razones para escribir, etc.: 
  • mera terapiaMuy a menudo me pregunto si de verdad me gusta escribir. O si, como leí hace poco que decía un psicoanalista, la escritura es la porción de masoquismo que todo ser humano necesita.
  • pura necesidad vital: Hay gente que cree que escribe para el bien de la humanidad, de la historia del arte o de la literatura. Yo, en mi caso, hacía tiempo que había descubierto por qué escribía; porque estaba esclavizada, sí, esclavizada por las palabras
  • obligaciónVuelvo muda al escritorio, tengo que escribir el final. Sé que sigue ahí, detrás de la puerta. No oigo su respiración jadeante, su voz repitiendo mis frases, pero sí la siento a corta distancia.
Por último hay que señalar la habilidad con la que la novelista realiza la unión o la confusión e indeterminación de confines entre lo real y lo ficcional (he descubierto lo que le pasa a mi personaje: está siendo seducido por el fracaso), la escritura como vía de descubrimiento personal y existencial:
  • Ahora estoy sola conmigo misma, con mi capacidad, como dice Kundera, para descubrir una parte hasta entonces desconocida de la existencia)
  • algo que resulta evidente, es que tengo dos vidas, la de antes y la de después de la escritura
Igualmente es interesante desde el punto de vista estilístico destacar el manejo de no pocos recursos literarios debidamente utilizados que hacen que la lectura de la novela sea grata. De entre ellos no puedo menos que destacar el del soliloquio muy visible en los diarios de Sara, aunque quizás sea el del monólogo interior tan presente en el personaje de Pablo el más llamativo:
¿Iba en su busca? La estoy viendo bailar, juguetear con su cuerpo, me atrae con sus gestos obscenos de cadera, procaces para mi mirada alcohólica, moviendo los brazos delgados, lánguidamente, a cámara lenta, la cabeza a un lado y a otro, el pelo largo, enmarañado en la música, siguiendo un ritmo imposible; afila los ojos oscuros como manchas de tinta. Mis hijos, los matorrales, Amalia, los enfermos, la hierba, las piedras calizas. El mar. Yo nunca me atreví a tirarme de cabeza desde lo más alto del acantilado. Sara envuelta en su mortaja. Sara, amante del reino. Me parecía inabarcable. ¿Dónde está la ciencia en toda esta confusión? ¿Qué fue lo que me decidió a atropellar al animal?

No es de extrañar, pues, visto lo comentado hasta aquí, que "La falta" de Paula Izquierdo fuese novela finalista del VI Premio Unicaja de Novela Fernando Quiñones en 2005, año de su publicación. Y tampoco que prácticamente fuese esta novela la que decantó definitivamente a la autora hacia la escritura literaria.