Peeeero...mi Pavlova no es ñoña, está tan buena que estuve a punto de comérmela enterita yo sola. Es tan ligera...con unos sabores tan bien compensados, tan variados, con esa mezcla de texturas que me parece un postre perfecto.
El origen del dulce se lo disputan los Neozelandeses y los australianos; la estética es la de una ligera bailarina que a todos enamoraba con su encanto. Eso pretendía yo con la imagen dar la sensación de ligereza que tiene un tutú y un delicado merengue, coronado por el fuego rojo de la fresa y el coulis de arándanos y frambuesas.
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