Presenciamos cómo crecen nuestros músculos y se agrava nuestra voz para frenar con nuestra rebeldía las imposiciones de una élite carente de personalidad y vendida al mejor postor, el dinero y la corrupción. Es el momento de levantar nuestra mirada y dejar que los zurdos equilibren la balanza ya oxidada y totalmente inclinada al centro disfrazado de derecha.
Presenciamos cómo crecen nuestros músculos y se agrava nuestra voz para frenar con nuestra rebeldía las imposiciones de una élite carente de personalidad y vendida al mejor postor, el dinero y la corrupción. Es el momento de levantar nuestra mirada y dejar que los zurdos equilibren la balanza ya oxidada y totalmente inclinada al centro disfrazado de derecha.