Payasos en la lavadora, de Álex de la Iglesia

Publicado el 21 diciembre 2014 por Goizeder Lamariano Martín
Título: Payasos en la lavadora Autor: Álex de la Iglesia Editorial: Planeta  Año de publicación: 1997  Páginas: 167  ISBN: 8408020803

Descubrí al cineasta Álex de la Iglesia como escritor el pasado mes de octubre con su segunda novela, Recuérdame que te odie, que se ha publicado este mismo año, una obra que, como sabéis los que leísteis la reseña, me sorprendió y me gustó mucho. Tanto, que me ha faltado tiempo para devorar su primera novela, Payasos en la lavadora, publicada hace ya 17 años. Lo hice porque me gustó mucho el estilo del bilbaíno a la hora de escribir y, además, porque el protagonista del primer libro es Juan Carlos Satrústegui.  Se trata de uno de los personajes secundarios que más me hizo disfrutar en Recuérdame que te odie. Y lo ha vuelto a conseguir en Payasos en la lavadora, un libro que me ha gustado aún más si cabe. Me ha gustado, me ha hecho reflexionar, me ha entretenido y, por encima de todo, me ha hecho reír a carcajada limpia. No se le puede pedir más a una obra de menos de 200 páginas que se devora en un par de tardes y que, al menos a mí, me ha sabido a poco y me ha dejado con ganas de mucho más.
El protagonista absoluto y narrador de esta historia es Juan Carlos Satrústegui, un joven poeta que ha publicado un único libro que no fue bien recibido ni por los lectores ni, sobre todo, por la crítica. Está obsesionado con las malas opiniones que han escrito sobre él en los medios de comunicación y muy enfadado con los críticos y con su propia editorial, que no quiere publicar todavía su segundo poemario. Se siente injustamente tratado, incomprendido, está enfadado con el resto del mundo, porque todos están en su contra, no le entienden, son inferiores, él es superior, más inteligente, más culto. O eso es lo que cree él. Toda su ira, su odio y su “ascopena”, un concepto que explica detalladamente para deleite de los lectores, se centra especialmente en Marcusse, un crítico que se ha convertido en su principal enemigo y del que desea vengarse con todas sus fuerzas. Conocemos a Satrústegui en su ciudad, Bilbao, durante las fiestas, la Semana Grande o Aste Nagusia. A modo de diario, como único narrador y en primera persona vamos conociendo cómo fue su infancia, sus recuerdos de los amigos del colegio, la relación con su abuela y el resto de su familia, sus relaciones amorosas... Pero poco a poco, por cómo se ve a sí mismo y, sobre todo, a los demás, entendemos que Satrústegui es un enfermo mental, un esquizofrénico que sufre delirios, paranoias, obsesiones y que por encima de todo distorsiona la realidad. Sufre una gran locura. Sí, está loco, pero es imposible no cogerle cariño mientras le acompañamos en sus noches de fiesta por Bilbao. Los katxis de kalimotxo en las txoznas, los antros en los que la música bacalao suena a todo volumen, la gente que va conociendo, las palizas que recibe... Porque hay que decir que el pobre tiene una mala suerte espantosa, todo se vuelve en su contra, pero él no pierde el buen humor, su particular forma de ver la vida. Con un ritmo vertiginoso en el que las situaciones más imprevisibles, sorprendentes, surrealistas y desternillantes se van sucediendo sin dar tregua al lector, Satrústegui se sumergirá y nos arrastrará a un caos apocalíptico con un final tan alocado como coherente. Drogas, alcohol, violencia, kale borroka, enfrentamientos con la ertzaina, música y frikismo, mucho frikismo. Reconozco que el libro me ha gustado tanto no solo por el protagonista y el estilo del autor, también ha influido mucho el escenario, la Semana Grande de Bilbao, un ambiente que al ser de Pamplona, me resulta muy cercano, familiar y conocido. Y, por otro lado, sé que me hubiese gustado todavía más si fuese más friki. Álex de la Iglesia hace gala de su frikismo con multitud de referencias a cómics, libros y películas que o no las conocía o me sonaban muy poco. Así que si sois del Norte el libro os va a encantar. Si sois frikis, también. Pero tranquilos, que si no sois ni una cosa ni la otra también os lo recomiendo porque vais a pasar un rato muy, muy divertido. Igual que en Recuérdame que te odie, el cineasta combina también a la perfección en su primera novela el humor, el absurdo y el lenguaje fresco y desenfadado con la crítica a la sociedad con una fina ironía y un sutil sarcasmo que resultan irresistibles. Una novela urbana, contemporánea, fresca y, cómo no, noventera. Una historia que hace las delicias de los que ya teníamos unos pocos años en esa década y que nos trae muchos recuerdos como, por ejemplo, aquel anuncio en el que salían unos payasos en la lavadora... Si te interesa el libro puedes encontrarlo aquí