Paz velasco de la fuente: "delinquir no es una cuestión de sexo ni de edad sino que es una conducta criminal que el ser humano lleva poniendo en práctica desde la más remota antigüedad".

Por Crimenycriminal @crimenycriminal
Siempre es un placer que los más grandes Criminólogos del panorama nacional pasen por 'CrimenyCriminologo'. En esta ocasión, entrevistamos a Paz Velasco de la Fuente, cuyo curriculum es impresionante. Criminóloga, Abogada, con un máster en Documentoscopia, Grafística y Falsedad documental, especialista en evaluación criminológica (CSEC), profesora en la Universidad Católica de Ávila, docente en la Escuela Europea de Criminología, así como miembro de SECCIF, SECRIM, SEIC, ACC, AIIF, y que, actualmente, se encuentra estudiando el Grado de Historia (UDIMA). Es además la creadora y administradora del conocido Blog Criminal-mente http://www.criminal-mente.es, al que es imposible acercarse sin aprender algo nuevo de esta ciencia. Paz Velasco nos habla esta vez sobre un tema que domina a la perfección y al que durante mucho tiempo la Criminología no concedió la importancia que merecía: la criminalidad femenina
Las estadísticas no engañan: las mujeres delinquen menos que los hombres, pero éstas también delinquen..... 
Delinquir no es una cuestión de sexo ni de edad sino que es una conducta criminal que el ser humano lleva poniendo en práctica desde la más remota antigüedad. Sin embargo el bajo nivel de delincuencia femenina frente a la alta incidencia de la masculina es reconocido por todos los criminólogos concluyendo que las mujeres son menos propensas que los hombres a cometer delitos, así como la afirmación de que esta brecha delictiva por sexos varía significativamente por edad, raza, área geográfica y época. Desde Lombroso a la actualidad los análisis realizados así como los estudios e investigaciones actuales se hacen desde la perspectiva del hombre considerando algunas verdades como universales aplicadas a ambos sexos, invisibilizando de este modo la criminalidad femenina y sus motivaciones. 
Una de las primeras asesinas que documenta la historia es Locusta, experta envenenadora que fue utilizada como instrumento de Estado al servicio de Roma. Se calcula que esta esclava mató cerca de 400 personas entre ellos al emperador Claudio y a su hijo Británico. Los siglo XVI al XIX son los “años dorados” de las envenedoras, mujeres que dejaron tras de sí, un rastro de muerte silenciosa e insidiosa y un gran número de víctimas (mujeres, hombres y niños) disfrazando sus asesinatos de muertes naturales o provocadas por enfermedades mal diagnosticadas. 
El paso del tiempo nos trae a viudas negras, filicidas, asesinas de niños, mujeres que explotan sexualmente y venden niños, mujeres que inducen o contratan a terceros para matar a sus maridos (un negocio que fue muy lucrativo sobre todo en la Rusia del siglo XVIII) terroristas, mujeres que secuestran, torturan y matan en compañía de sus parejas, aquellas que trafican con personas, traficantes de drogas, mujeres que matan por celos, odio o venganza, mujeres que matan a sus parejas o exparejas o aquellas que forman parte del crimen organizado. Es cierto que delinquen menos, pero en la actualidad la tipología delictiva femenina, es igual de amplia que la masculina. 
El mundo de la Criminología no le concedió, durante mucho tiempo, la importancia que se merece a la criminalidad femenina..... 
Ciertamente la criminalidad perpetrada por mujeres ha sido ignorada por la criminología, el derecho, la psicología e incluso la sociología durante mucho tiempo, porque se consideraba que era poco trascendente debido al reducido número de hechos delictivos perpetrados por éstas (niñas, adolescentes y adultas). Además no se le ha dado la importancia que merece porque hasta un determinado momento no ha constituido un problema social tan evidente como en el caso de la criminalidad masculina, ni en número ni en grado de agresividad o crueldad. Sin embargo considero importantísimo destacar la existencia de una “cifra negra” de la delincuencia o criminalidad femenina debido al desconocimiento de que la autora de los hechos es una mujer en algunos casos, la no investigación de una muerte homicida cuando se disfraza de muerte natural debido a la edad de la víctima o al diagnóstico de una enfermedad (ángeles de la muerte) o incluso a la falta de denuncia de determinados delitos cuando el victimario es una mujer. 
¿Qué le conduce a estudiar el fenómeno de la criminalidad femenina?
Durante siglos, las mujeres han estado en la sombra, estereotipadas hasta el punto de invalidarlas personal, laboral y socialmente. Se la ha asignado un rol que debía desempeñar sin importar que pensaban, como se sentían o cuales eran sus deseos. Sin embargo a pesar de quererlas arrinconar e invisibilizarlas en sus hogares, limitar sus funciones a ser meras amantes, esposas y madres, las mujeres siempre han estado muy cerca de la muerte. Bien como mano ejecutora y a través de múltiples 'Modus Operandi' en diferentes momentos históricos y culturales (pensemos en la Roma Imperial o en el Renacimiento Italiano) bien como cómplices de hombres que han necesitado su ayuda o que se han apoyado en ellas e inclusive siendo inductoras de familiares y terceras personas para conseguir el objetivo de matar a sus esposos. 
Mi interés por la mujer asesina nace en el momento en que me doy cuenta de que muchas de ellas han estado asesinando durante décadas pasando totalmente desapercibidas, matando en silencio: desde mujeres pertenecientes a la nobleza a aquellas otras que acogían en su “Baby Farmer” a niños para lucrarse con ellos o asesinarlos cuando eran demasiados y no podían alimentarlos a todos. Mujeres, algunas, de una gran belleza e inteligencia; otras extraordinarias a los ojos de familiares, compañeros de trabajo y amigos; madres volcadas en su familia; buenas profesionales con reconocimiento público; adolescentes brillantes con una vida totalmente integrada; mujeres caritativas y esposas abnegadas, todas ellas… asesinas en su intimidad hasta que son descubiertas. Asesinas de esposos, hijos, familiares y amigos. Asesinas escondidas tras una falsa empatía que matan por dinero, por envidia, por venganza, por compasión (homicidio por compasión), por poder, y algunas incluso por amor. No olvidemos a aquellas que asesinan por tener algún tipo de trastorno mental o psicológico que les hace cometer un acto criminal. 
En el caso de las viudas negras el envenenamiento supone la mínima violencia y el máximo refinamiento. Esta es la nota común que distingue a las envenenadoras, ya que cometen sus crímenes de una forma premeditada, fría, insidiosa, sin arrebatos ni improvisación. La mujer que tiene la intencionalidad de matar (animus necandi) prepara el asesinato cuidadosamente, con cautela y muchos de sus crímenes no llegan a ser descubiertos y en muchas ocasiones ni siquiera llegan a ser probados. Pensemos que el tiempo que se tarda en detener a una asesina en serie que utiliza el veneno para acabar con sus víctimas está alrededor de los 8 años, ya que en muchos casos esas muertes no llegan ni a investigarse considerándose que son muertes naturales, debido a la edad de la víctima o bien debido a alguna enfermedad que padecía. 
Paz Velasco. ¿Por qué matan las mujeres? ¿Sus motivos son los mismos que los de los hombres? 
Hombres y mujeres matan por diferentes razones, porque sus motivaciones, las necesidades que satisfacen con ese asesinato y el objetivo final que persiguen con la muerte de su víctima son diferentes. Tenemos que partir de diferenciar entre las mujeres que asesinan solas, de aquellas otras que asesinan en compañía (de un hombre o de una mujer) o de las que asesinan en grupo. 
Las mujeres que actúan solas matan motivadas por el lucro (75-80%), celos, debido a un trastorno psicológico o una enfermedad mental y en el caso de los ángeles de la muerte (enfermeras, cuidadoras o auxiliares de enfermería o gerontología) por sentir el poder y control sobre la vida y la muerte de su paciente, por el reconocimiento de terceros ante su trabajo o por compasión ante el sufrimiento y desesperanza de sus pacientes. 
En el caso de las mujeres que matan en compañía de un hombre, una mujer o en grupo, las motivaciones cambian siendo las principales: el odio, la envidia, la venganza y los homicidios sexuales. En este caso, la selección de la víctima está a cargo del hombre y estas parejas asesinas secuestran, torturan, violan y agreden sexualmente a sus víctimas. Ella actúa como cooperadora necesaria o gancho o ayudante o encubridora y participa activamente en el iter criminal. Estas parejas asesinas están formadas normalmente por novios, amantes o esposos aunque evidentemente hay excepciones como es el caso de Monserrat González y Triana Martínez, asesinas de Isabel Carrasco que son madre e hija. 
¿Cuál es el perfil de la mujer asesina?
Es Importante determinar que el perfil de las mujeres asesinas es diferente atendiendo a si estas matan solas o lo hacen en compañía, al igual que ya hemos comentado al hablar de las motivaciones que llevan a estas mujeres a matar. 
La gran mayoría de las mujeres que matan o asesinan solas tienen el siguiente perfil: 
Son metódicas, planificadoras, discretas, pacientes, socialmente adaptadas, altamente organizadas en su vida cotidiana, y “menos sangrientas” lo que las convierte en más peligrosas debido a que muchas matan en silencio. El método más utilizado es el envenenamiento (75-80%) seguido de las armas de fuego, sofocación y ahogamiento, golpes con objeto contundente, arma blanca, estrangulamiento y lanzamiento al vacío. 
Habitualmente comienzan a matar entre los 30-33 años. La historia criminal femenina cuenta con asesinas de 11 años (Mary Bell o Natsumi Tsuji) y con asesinas octogenarias como Madeleine Vanderesse de 82 años. 
Atacan a sus víctimas en sus casas o lugares de trabajo de modo que son geográficamente estables. Las mujeres que matan solas “no salen a cazar” como suelen hacerlo los hombres sino que seleccionan a sus víctimas dentro de su familia, su círculo de amistades o su entorno laboral (ancianos, enfermos o bebes). 
Sin embargo la gran mayoría de mujeres que matan acompañadas de un hombre o una mujer o incluso en grupo tendrían el siguiente perfil: 
Tienden a ser más jóvenes, más agresivas, viciosas en sus ataques e incapaces en muchas ocasiones de tener un plan cuidadoso. 
Las edades en que comenzaron a cometer homicidios varían entre los 14 y los 38 años. 
La víctima común son mujeres, jóvenes y niños. A la víctima la selecciona el hombre y ella coopera en el acto criminal y atacan a sus víctimas en diversas localizaciones. 
El 'Modus Operandi' por lo general es interceptar a las víctimas, engañarlas o mediante el uso de armas intimidarlas, raptarlas, violarlas, torturarlas y asesinarlas, utilizando armas de fuego, armas blancas y la estrangulación. 
¿Se podría decir que la mujer asesina difiere en el hombre en que a la hora de elegir su presa ésta siempre se decanta más por personas de su entorno o próximas a ella?
Una característica que la distingue del asesino o del asesino en serie, hoy ya denominado homicida sistemático, es la selección de sus víctimas, y es que la mujer no sale a cazar, no sale a buscar a sus víctimas al azar, excepto en el caso, de que se trate de una pareja de asesinos hombre-mujer. Entonces sí, ambos salen a cazar, a buscar una presa pero por una simple razón: porque en estos casos es el hombre el que selecciona a la víctima, ya que la motivación en estos casos será sexual. 
Las mujeres asesinas matan a personas que confían en ellas, que viven con ellas, que duermen junto a ellas, que alimentan cada día o que cuidan en sus lugares de trabajo. Pueden matar a una amiga o una conocida por envidia, matar a su marido para quedarse con su patrimonio, matar a sus hijos para vengarse de su pareja (Síndrome de Medea), matar por celos a su amante o matar a un paciente porque no soporta verlo sufrir. Estas mujeres, cuando matan ya saben a quién van a matar y por supuesto tienen una razón para hacerlo. 
“Tengo entendido que el veneno es un arma de mujer”.- Juego de Tronos (George Martín). Y es que Cleopatra ya utilizó este efectivo 'aliado' para terminar con la vida de su hermano y esposo con el fin de poder tomar ella el mando absoluto.... 
El veneno es un instrumento utilizado para matar, pero es un “arma nefanda”, un arma que mata a traición, el “arma del cobarde” ya que las víctimas no se pueden defender porque ignoran que están siendo asesinadas. Ha sido despreciado a lo largo de la Historia no solo porque mata, sino porque lo hace en silencio, dejando impune el crimen y a salvo al criminal. Matar utilizando veneno no requiere fuerza física pero está muy relacionado con la astucia y con la seducción. Por estas y otras razones el uso del veneno ha ido tejiendo una leyenda negra quedando vinculado desde tiempos inmemoriales a la mano femenina. 
Es en la Italia renacentista donde la toxicología mortal tiene sus mejores ex­ponentes. En este momento de nuestra historia quien tenía el mejor veneno, tenía el poder y la riqueza. El llamado Con­sejo de los Diez, organización secreta de Venecia, ha dejado diversas recetas de venenos en los que los principales ingredientes eran el arsénico, el cloruro de mer­curio o sublimado corrosivo. Un guante, un perfume o una joya podían ser vehículos de muerte, por lo que los poderosos se rodearon de catavenenos y de investigadores para crear mejores medios de hacer desaparecer a sus adversarios. Giulia Toffana produjo la llamada “acqua tofana” llegando a matar a unas 600 personas. 
El veneno es el arma favorita de las mujeres y este 'Modus Operandi' está directamente relacionado con el tiempo que tarda la policía en descubrirlas y detenerlas puesto que se tarda más tiempo en detectar la presencia de veneno en los cuerpos de las víctimas, lo que hace que sigan matando sin estar bajo sospecha. Generalmente usan veneno en dosis bajas para registrar el asesinato como muerte natural y que no sea fácilmente detectable en la autopsia aunque en muchos casos con un gran sufrimiento para sus víctimas. 
Estas asesinas no desean tocar a sus víctimas, de modo que planean un crimen limpio, sin sangre consiguiendo su objetivo: asesinar en silencio. Matan limpia y lentamente, siendo la propia víctima la que de su propia mano ingiere el veneno, ante la atenta mirada de estas mujeres, a las que se las denomina viudas negras. Son conscientes de que lograr el resultado muerte, les llevará un tiempo, y mientras envenenan, observan, vigilan e incluso cuidan a la víctima. Su sangre fría es implacable, ya que esperan pacientemente a que pasen los días, incluso los meses al lado de su víctima hasta que la ven morir ante sus ojos. La muerte por envenenamiento suele venir precedida de una agonía dolorosa, de modo que lo más llamativo, lo que realmente me impresiona, es que las envenenadoras van suministrando el veneno día a día, con sigilo, presenciando atentamente la agonía de su víctima y siendo unas espectadoras privilegiadas del horrible espectáculo de percibir como les arrebatan la vida a esas personas, mirando impasible su final. Son asesinas con un día indeterminado marcado en su agenda. 
¿Qué asesina o asesinas han impactado más a Paz Velasco?
Las asesinas que más me impactan por su crueldad son aquellas que matan a sus hijos: las filicidas. Estas mujeres matan por diversas causas y diferentes motivaciones a sus propios hijos y muchas de ellas tras el acto criminal se suicidan. Otras lo intentan, pero no lo consiguen, de modo que han de vivir el resto de su vida con esos actos. Me pregunto, como se puede vivir habiendo matado a tus hijos con tus propias manos y habiendo visto su última mirada y escuchado su último aliento. 
Una de las asesinas que más me ha impactado, por su poder de persuasión, su crueldad y su actitud en la actualidad, es Melinda Loveless. Cuando tenía 18 años, junto a otras 3 jóvenes menores de edad, secuestraron, torturaron, violaron, apuñalaron y quemaron viva a Shanda Sharer, una niña de 12 años. Motivación: los celos y la envidia. Amanda la exnovia de Melinda, la había dejado por Shanda, una niña de una gran belleza, una clase social acomodada y brillante en el instituto. Melinda decidió su futuro y convenció a tres de sus amigas para que la ayudaran a asesinar brutalmente a Shanda. 
Sin embargo, el caso que más me ha impactado es el de Gertrude Baniszewski, asesina de Sylvia Likens adolescente de 16 años a la que encerró en el sótano de su casa y a la que durante meses torturó, violó, vejo, golpeo, quemó y maltrató hasta su muerte ayudada por sus hijos y varios niños del vecindario, algunos de ellos menores de 10 años. La película “An American crime”, reproduce de un modo fidedigno y cruel ese terrible asesinato. La principal motivación fue la envidia y el odio que sentía al ver que su propia hija jamás seria como Sylvia. 
Pero las mujeres no sólo matan, también existe la mujer que maltrata a su pareja....
Exacto. Las mujeres, al igual que los hombres no solo matan, sino que maltratan a sus hijos, a miembros de su familia y a sus parejas o exparejas, bien físicamente o psicológicamente. En la actualidad, hay abierto un gran debate respecto a las denuncias falsas de mujeres que acusan falsamente a sus parejas o exparejas de violencia de género, lo que considero se trata de un maltrato o de una violencia psicológica ejercida sobre el hombre así como una “amenaza latente” para el resto de hombres que se encuentran en una situación conflictiva con su esposa, novia o ex. Muchos de ellos saben, que una denuncia puede traer consigo muchos problemas y lo peor de todo: tener que demostrar una inocencia que de entrada ya no se presume, vulnerándose el artículo 24.2 de nuestra Constitución.
Y es que los hombres maltratados existen, pero ¿cuesta más verles denunciar?
Los hombres maltratados existen y en un número nada desdeñable, porque no hablamos solo de un maltrato físico, visible y demostrable, sino de un maltrato psicológico consistente en humillarlo infravalorando su masculinidad y sus capacidades intelectuales y laborales, llevando a cabo descalificaciones en público, consiguiendo su aislamiento familiar y social, logrando la indiferencia afectiva de sus hijos y de su propia pareja, siendo acusado falsamente de violencia de género u otros delitos y evitando que tengan contacto con sus hijos, llegando en muchos casos a ponerlos en contra de ellos. 
Los hombres apenas denuncian por tres razones: miedo, prejuicios y sobre todo por vergüenza. En nuestra sociedad no existe la visión del hombre maltratado porque socioculturalmente se entiende que el hombre es el violento y la mujer el “sexo débil” que necesita protección. No se muestra a la mujer como persona capaz de maltratar debido al estereotipo femenino que llevamos abanderando siglos que identifica a la mujer con un ser frágil, maternal, sensible, débil, cariñoso, sumiso, etc. 
Sin embargo la mujer maltratadora existe, al igual que existe la mujer homicida y la mujer asesina. Es cuestión de tiempo, que la sociedad empiece a asimilar esta realidad. 
Usted además de Criminóloga es abogada penalista y tendrá una opinión sobre Ley Orgánica 1/2004 de 28 de diciembre, de Medidas de protección Integral contra la Violencia de Género...
La violencia al igual que el amor, el odio o la venganza no tienen sexo, pero en España tenemos una ley que sexualiza la violencia: la LIVG. Dependiendo del sexo del victimario, se habla de VG o de VD existiendo claramente una discriminación positiva en nuestra tipificación penal que vulnera el artículo 14 de nuestra Constitución, el cual determina que todos somos iguales ante la ley. La LIVG castiga más, con mayor pena la misma conducta dependiendo de si el sujeto activo es un hombre o es una mujer, es decir: siempre que una mujer lesione o golpee a un hombre, tendrá una pena inferior que si la víctima es ella y la golpea o lesiona un hombre. 
Según el TC esta ley determina que se ha de castigar más a los hombres por los mismos hechos delictivos como medida preventiva y medida disuasoria para otros hombres, para de este modo compensar la lesividad de la VG. 
Esta ley presenta a las mujeres como víctimas, siendo el único factor de vulnerabilidad o de riesgo el mero hecho de ser mujer, de modo que atendiendo a la LIVG las mujeres deben ser especialmente protegidas bajo el manto de un paternalismo legal, porque se las considera inferiores, más vulnerables y necesitan una mayor protección. 
“Nunca he creido que por ser mujer deba tener tratos especiales… de creerlo estaría reconociendo que soy inferior a los hombres, y yo no soy inferior a ninguno de ellos”. Marie Curie.
Lo que viene a decir, si no entendemos mal, no es que no se defienda a la mujer sino que el hombre que es maltratado también debe tener protección. Es decir, que la violencia ejercida sobre el hombre o sobre la mujer esté castigado del mismo modo y bajo un solo termino maltrato... 
El hombre maltratado debe tener los mismos derechos, la misma protección, los mismos programas de desvictimización, las mismas ayudas (un teléfono de respuesta inmediata) y la misma cobertura mediática que tienen las mujeres. Porque de lo que hablamos es del maltrato físico y psicológico a personas, de lo que hablamos es de violencia ejercida sobre personas independiente de que sean hombres o sean mujeres. La LIVG es tan discriminatoria e inscontitucional como si nuestro CP estableciera que una de las circunstancias que cualifican de homicidio a asesinato fuera ser hombre y fuera una agravante que elevase la pena del ilícito penal por el hecho de serlo. 
Alguna cosa más que nos quiera decir... 
Tras más de tres años investigando a mujeres asesinas (de una sola víctima o asesinas en serie) considero que podríamos establecer un decálogo de la mujer asesina: http://criminal-mente.es/2016/02/08/decalogo-de-una-asesina-y-asesina-en-serie/ 
1. Las asesinas utilizan su género en su propio beneficio. 
2. El veneno es el método de elección preferido de las asesinas. 
3. Las asesinas casi siempre conocen a sus víctimas. 
4. El perfil de una asesina es preocupantemente común. 
5. Las asesinas en serie son más difíciles de detener. 
6. Las mujeres matan por los recursos. 
7. La mayoría de las mujeres que están en prisión por asesinato, están ahí porque mataron a su marido, a un novio, a un amante o a un hijo. 
8. En determinadas ocasiones asesinan en compañía de un hombre. 
9. Las asesinas son igual de propensas a asesinar a otras mujeres y niños, que a los hombres. 
10. Algunas mujeres inducen a otras personas a matar por ellas.