Peajes

Publicado el 25 junio 2012 por Carmentxu

Domingo 24 de junio. Primer fin de semana del verano de 2012. Operación retorno: miles de coches de nuevo rico* de vuelta a la casa del banco tras un fin de semana que se repite cada siete días como un mantra, todos ahora en procesión a pocos kilómetros de un ruidoso peaje donde poder mostrar el poderío, al menos del claxon, contra abusivas e injustas tarifas. Un pequeño ensayo general de lo que serán las vacaciones: siéntase como un verdadero rico durante 24 horas, aunque sea a base de choped y marisco congelado recién pescado en la estantería del supermercado. Lo importante es que estamos todos juntos. Sí, ahora en la autopista también estamos todos juntos, demasiado apegados, demasiado lentos. Es la pereza de volver, que se traslada al indicador de velocidad del salpicadero…

Y enfrentar el lunes dentro de unas pocas horas. Volver a escuchar la palabra maldita, aburridora: mercado, prima de riesgo, crisis (¿qué crisis?) Miles de coches que asustan sólo de verlos, con los que no te gustaría cruzarte en un callejón oscuro, desandan el camino que emprendieron el viernes para volver a la realidad. Pero, ¿y si la realidad fuera la de estas 48 horas, el disfrutar de lo gratis como el sol, la arena, el mar, un paseo por el bosque (¡qué seco, el bosque!) o dejar perderse la mirada con aire distraído entre los escaparates de pequeños comercios de algún pueblo de playa?

Hoy el Gobierno presenta formalmente su petición de ayuda a la banca y el amigo americano busca sacar tajada en esta tierra de oportunidades, ahora ya sólo para especuladores. Dos peajes demasiado altos también, sólo aptos para suicidas y cargos intermedios con ínfulas de nuevo rico.

*A saber: estética 4×4, dimensiones descomunales, aspecto amenazador y desafiante, sobre todo para los vecinos, carrocería metalizada impoluta tras la aplicación del clásico manguerazo en el chalet, 200 CV, ruedas que más parecen de tractor, nuevas también, amplio interior, olor a nuevo por dentro y a contaminación y diesel quemado por fuera.