Son las tres de la mañanadicen que pena un santitoBajito yo oigo que dicenCamínale despacitoAy mamá camínale despacito...
En esta nueva propuesta la cantante apela a los sonidos de su pueblo, ese en el que las maquilas (fábricas textiles que explotan a menores y a mujeres indígenas) echan humo sin tener en cuenta el material humano que deterioran, donde las mujeres tienen una relación casi ceremonial con el dios maíz y en el que el mezcal oficia de agua bendita que lava los males de esta tierra, limpia los pecados del alma y cura las heridas del corazón herido que llora amores derrumbados sobre la barra de una cantina.
El corolario que forma el disco cuenta con catorce canciones muy variadas, que van desde el género del corrido mexicano (Reina del inframundo o Zapata se queda) hasta algunas baladas tradicionales reversionadas para esta ocasión (como es el caso de Tu Cárcel, de Marco Antonio Solís o el grabado hasta el hartazgo Cucurrucucú paloma de Tomás Méndez), además de dos temas a dúo grabados con la colombiana Totó la Momposina y los recientemente reunidos Illia Kuryaki and The Valderramas. Y como si todo eso fuera poco también aparece un bellísimo tema de versos del cantoral de misa oaxaqueño grabado junto al coro de niños de una iglesia de la región.
Pero lo cierto es que sería injusto catalogar al disco como una obra de arte excepcional (que de hecho lo es) sólo por las canciones, ya que además del repertorio, los duos y las excelentes composiciones y acompañamientos de la banda que acompaña a Lila, se encuentra la exquisita elección del director de arte a la hora de buscar los elementos que forman la gráfica del trabajo, en el que para cada canción se seleccionó especialmente un exvoto (ofrenda pictórica que los fieles les hacen a la virgen, a Jesucristo o a los diferentes santos que adoran) que represente fielmente el espíritu de cada una de ellas.
Así es como el disco, formado por una lujosa edición en forma de tríptico, deja entrever la férrea relación que existe entre los mexicanos y la fe cristiana además de muchas de las cuestiones que ya forman parte de su ser y que son transmitidas de generación en generación (con temas como el inevitable sufrimiento que conlleva elamor, las cantinas como lugar para apagar las penas, la presencia de los héroes nacionales como bandera libertaria, la figura de la mujer sometida y la convivencia con los vestigios de las culturas azteca o maya que pelean por no desaparecer en tiempos de fagocitosis global).
Es por eso que Pecados y Milagros es un disco preciosista, de esos que no abundan y que aparecen de vez en cuando para quedarse en un rincón de privilegio en nuestra discoteca. Muy recomendable para los amantes de la música del mundo y para aquellos que estén planeando un viaje a las tierras aztecas, ya que los hará vivir una experiencia única cuando suene en sus auriculares y les musicalice el escenario original de donde surgió la voz de la maravillosa Lila.