Pedantería y glamour

Publicado el 02 junio 2011 por Franciscogarciajurado
Preparando o, más bien, anticipando notas para una charla que tendrá lugar en octubre sobre el humor y la historia de la enseñanza, he vuelto a algunos textos interesantes que quiero compartir ahora con mis lectores. En alguna ocasión hemos hablado aquí sobre los pedantes, cuya relación con los pedagogos quizá ya no sea hoy tan clara. Pero en la palabra "pedante" sigue viviendo un sesgo ridículo que define la esencia de la comicidad del personaje del maestro en la literatura. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO
El gran lexicógrafo de nuestro siglo de oro, Sebastián de Covarrubias, define de esta manera tan concisa y certera el término "pedante" en su Tesoro de la lengua castellana o española (1611): “El maestro que enseña a los niños; es nombre italiano, del griego pais, paidos, puer.” Alguien dirá ante esta definición que dónde está el sentido peyorativo del término. Aparentemente no puede verse, pero está, precisamente, en su origen italiano, más en particular en el contexto literario donde nace, que es la comedia. En este sentido conviene cotejar esta definición con lo que nos cuenta Michel de Montaigne en su ensayo titulado, precisamente, “De la pedantería” (“Du pedantisme”, I, XXV):
“Recuerdo que en mi infancia me desagradaba ver siempre en las comedias italianas un pedante chocarrero, y hallar que el sobrenombre de maestro no tenía mejor significado entre nosotros. Porque, estando yo a cargo de maestros, ¿qué podía hacer sino sentirme celoso de su reputación? Procuraba excusar el caso achacándolo a la natural desavenencia que hay entre el vulgo y las personas raras y excelentes en su juicio y saber al punto de que unos y otros obran de manera del todo distinta; pero aquí me desconcertaba el advertir que los hombres de más valía eran los que más desdeñaban a los pedantes (...)” (Michel de Montaigne, Ensayos Completos. Traducción de Juan G. De Luaces. Notas prologales de Emiliano M. Aguilera, I-III, Barcelona, Orbis, 1985, p. 91).
Si el término "pedante" pasó a ser peyorativo, algo distinto le ocurrió a otro término también relacionado con el mundo académico, precisamente el del enseñante de gramática. En este sentido, "glamour", tan frecuente en las revistas de moda y en la prensa rosa, conforma un doblete con "grammar". El origen de ambas palabras es el término griego "grammatiké", a través del latín "grammatica". La palabra latina derivó en tiempos medievales al sentido de aprendizaje, con cierta derivación hacia la magia. Esta variante quedó en francés antiguo, concretamente en la voz "gramaire", que adoptó el inglés con la forma "grammar". Pero el inglés también adoptó otra variante del francés antiguo que debía de ser "glomerie" o "glamorie", y que sobrevivió en escocés como "glamour". El escocés sólo conservó el sentido de "conjuro mágico", que en el siglo XIX derivó hacia el sentido por el que hoy conocemos la palabra "glamour", relativo ya al encanto y al donaire. Así es como lo explica, al menos, el diccionario Webster's. FRANCISCO GARCÍA JURADO