España es, básicamente, un país sin justicia, desequilibrado y gobernado por partidos políticos poco fiables que han demostrado su incapacidad hasta la saciedad. Cataluña y Euskadi ya no están solas en su pugna por ser independientes. En otras regiones, por desgracia, crece el deseo de escapar de un país marcado por la voracidad insaciable de los políticos, el endeudamiento, los impuestos desproporcionados, el peso insoportable de un Estado plagado de enchufados y parásitos, la corrupción y el abuso de poder de sus clases dirigentes y poderosas.
Por culpa de la "casta" política, pertenecer a España es un calvario para todo ciudadano decente.
Pero si nos convirtiéramos mañana en el 51 estado de la Unión, se producirían consecuencias admirables y tan deseables y fascinantes que abrirían las puertas de España a la esperanza y al renacer de la nación, que incursionaría, orgullosa y soberbia, por las rutas de la prosperidad, la dignidad y el decoro.
Seis mil políticos y muchos de sus socios y cómplices ingresarían en prisión y tendrían que devolver lo robado y saqueado, mas de 70.000 millones de euros, según los cálculos mas conservadores, y mas de 130.000 según otros mas osados; nos devolverían Gibraltar; Marruecos dejaría de chantajearnos y sustituiríamos la actual política servil, de compra de paz con dinero, por una política de dignidad y buena vecindad respetuosa; en Europa se nos abrirían todas las puertas que ahora perecen que están abiertas, pero que realmente están cerradas a cal y canto; bajarían los impuestos para equipararnos al sistema fiscal de los Estados de la Unión; los principales partidos políticos españoles serian prohibidos y precintados por jueces independientes, por haberse convertidos en asociaciones cargadas de delitos y sin garantía alguna de funcionamiento democrático; se fundarían partidos políticos nuevos, parecidos a los norteamericanos, sometidos a la ley, sin impunidad y sin aditivos mafiosos; la política sería considerada un servicio, no un privilegio; recuperaríamos el concepto de patria y sentiríamos orgullo de ser españoles; liquidaríamos de golpe las 17 taifas autonómicas, que no sirven para otra cosa que para enriquecer a políticos y para colocar a los amigos del poder, cada una de ellas decenas de veces mas costosa que todo el sistema político en los 50 estados actuales de la Unión; el Estado español se reduciría y sería tan delgado como los de Ohio, Texas, Florida o Massachssets, es decir, con cien veces menos políticos y funcionarios que España.
Los ciudadanos ganaríamos influencia y respeto; la opinión pública dejaría de ser un laboratorio donde el poder experimenta con sus mentiras y manipulaciones; las universidades y la sociedad civil en general ganarían independencia, calidad y peso, construiríamos cárceles especiales para ingresar a los políticos que se han enriquecido ilegalmente en las últimas décadas, que entrarían en prisión a centenares; el poder político estaría obligado a cumplir sus promesas y compromisos y los jueces, legisladores, medios de comunicación y periodistas dejarían de estar vergonzosamente sometidos al poder político y tendrían que cumplir sus deberes democráticos de fiscalizar a los poderes y aportar justicia, verdad y luz al ciudadano.
Habría otros miles de ventajas y beneficios mas, entre ellos el disfrute de una democracia que, aunque imperfecta, sería mil veces mas real y decente que la actual española, pero para enumerarlos todos necesitaría por lo menos diez artículos ordinarios de este blog, demasiado espacio para una exposición periodística.