Pedro Sánchez ha optado por forzar la presencia de Pablo Iglesias en la Comisión Delegada para Asuntos de Inteligencia, que coordina los servicios de información del Estado, lo que equivale a permitirle el control de los servicios de inteligencia españoles y el acceso a los grandes secretos internacionales que comparten los aliados.
Esa decisión, completamente fuera de la cordura y la prudencia, traerá consecuencias muy graves para España y los españoles, una de las cuales podría ser apartar a España de las alianzas y del flujo de información confidencial y de seguridad, lo que equivale, en un mundo como el de hoy, plagado de peligros, conspiraciones y terrorismo, a dejarla ciega y sin protección ante un mundo plagado de conspiraciones y peligros.
Asuntos como los criterios y estrategias frente a las narcodictaduras, como la venezolana, los comunismos agresivos, como el cubano, y el posicionamiento frente a Irán, enemigo declarado de las alianzas del llamado mundo libre, estarán abiertos para Pablo Iglesias, un tipo que es más que sospechoso de mantener relaciones estrechas y amigables con las tiranías de Cuba, Venezuela e Irán.
Una cosa es permitir a Unidas Podemos estar presente en el gobierno y otra, mucho más grave, abrir a su líder las puertas del santuario de los secretos compartidos y de las grandes estrategias internacionales en la lucha contra el terrorismo y el comunismo esclavizador, un mundo oscuro y enemigo al que Iglesias está vinculado. A partir de ahora, el líder de Podemos conocerá de primera mano todos esos secretos de Estado, las operaciones realizadas o por realizar en materia de inteligencia estratégica y las peticiones de colaboración que realicen en este aspecto otros países, lo que constituye una posible brecha en la seguridad mundial que Washingtoniano no tolerará.
España, que ya está bajo sospecha ante Washington y que ya ha recibido la advertencia de que será marginada de los secretos y estrategias compartidas si sigue colaborando con China y apostando por las redes chinas de 5G, está a punto de ser arrojada al foso de la marginación y la enemistad de la primera potencia mundial y de sus aliados, donde están también los nuestros, desde Estados Unidos a Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y muchos otros países que hasta ahora consideraban a España como un socio fiable.
Francisco Rubiales