Esos dos factores, típicos de los gobiernos intervencionistas de izquierda, tienen un precio y la fuga de empresas es uno de ellos, el más vistoso y periodístico, pero menos importante que la huida de profesionales y empresarios a la economía sumergida y al fraude fiscal.
Muchos observadores y expertos creen que la escapada de Ferrovial ni es la primera que se produce, ni será la última, aunque sí es la mas notable hasta el momento. Otras muchas empresas se han ido a otros países que cobran menos impuestos y valoran más el esfuerzo creativo y la creación de empleo.
La tesis de que el socialismo y el comunismo son enemigos de la libre empresa es indiscutible y la historia la ha demostrado con rotundidad.
¿Dónde están las empresas libres y competitivas de Cuba, Venezuela, Nicaragua o Corea del Norte? Allí sólo hay consorcios estatales que no funcionan y que operan como agentes del gobierno.
Cuando un país que está encuadrado en una unión de países democráticos y libres, como España en la Unión Europea, cae en manos del socialismo y el comunismo, como ha ocurrido en España, se producen desastres como el de Ferrovial, siempre relacionados con la ruina económica y el avance hacia la esclavitud y la pobreza.
Es ley de vida.
El sistema fiscal español es abusivo y constituye todo un atentado contra la libre empresa y el esfuerzo ciudadano. Cuando un gobierno te roba gran parte de la herencia que recibes de tus padres, la mitad del sueldo que ganas y muchos de los beneficios que generas como empresa, no hay duda de que se está practicando el robo legal y que ese abuso tiene su precio. La huida de Ferrovial es parte de ese precio y el odio creciente de millones de españoles al sanchismo abusivo también lo es.
Si el gobierno de Sánchez quiere evitar nuevos Ferroviales, tiene que rectificar, reducir su miserable codicia, asumir políticas austeras y ayudar a las empresas y profesionales a crecer y ganar dinero, que es lo que genera empleo y bienestar, mucho más que el engorde infinito del Estado con cargos públicos y que las limosnas del socialismo, que sólo crean pobreza, dependencia y sumisión, propias de pueblos esclavizados.
Francisco Rubiales