Pegalajar. La Charca.

Publicado el 10 diciembre 2012 por Cspeinado @CSPeinado

Foto CSPeinado. Nacimiento de la Fuente de la Reja.


En la Población de Pegalajar, distante unos quince kilómetros de la Capital, Jaén, podemos encontrar una de las señas de identidad más chocantes y a la vez cargada de emotividad de todo un pueblo que se puedan certificar en muchas poblaciones de la Provincia. La Charca, cómo es conocida por toda la población y alrededor de la cual se ha vertebrado la vida de un pueblo de algo más de dos mil habitantes, es un enorme estanque construido cómo balsa de riego y que acoje las aguas de la denominada "Fuente de la Reja" que, abasteciéndose de un acuífero localizado en las sierras que circundan la población, llena ésta enorme explanada de agua con una capacidad de unos doce mil metros cúbicos. Un depósito que nos llega desde tiempos ancestrales y que sirvió, tanto ayer cómo hoy, para el riego de la Huerta de Pegalajar. Huerta situada al sur de la localidad que se va derramando en bancadas delimitadas por enormes lajas de piedra en busca del escueto valle del Río Gualdalbullón.

Foto CSPeinado. Vista del pequeño estanque donde vierte el manantial.


Foto CSPeinado. Escudo de Felipe II, que ordenara la edificación de la fuente.


Foto CSPeinado. La Piedra de la Fuente guarda su añejo estilo.


Foto CSPeinado. Detalle de los escudos de la Fuente.


Foto CSPeinado. Rebosadero de la Fuente.


Foto CSPeinado. Panorámica de la Charca desde el rebosadero.


Su labor propiciatoria de vida a las explotaciones agropecuarias de la población no fue, en principio y durante sus orígenes, demasiado boyante. Erigida cómo mero estanque delimitado por una pared de piedra que recogía las aguas de la fuente, el mismo nunca se bastó por sí sólo para cubrir las necesidades de agua de las huertas y olivares bajo su nivel. Todo ello habienda cuenta de que además debía de surtir de un caudal de agua más o menos generoso a los molinos que, aprovechando la caida de agua y la fuerza motríz desarrollada, llevaban a cabo acciones de molienda. Así pasaría el siglo XV y se llegaría hasta el siglo XIX en que la Balsa, así llamada en la documentación que a tal fín se contempla, tendría la labor de abastecer de regadío a los bancales bajo una reglamentación extensa y definitoria, marcando con precisión el caudal y turno de riego que pertenecería a cada uno de los labriegos que de ella se aprovecharan, cubriendo las carencias que no cubriera la Charca con extraciones del Guadalbullón.

Foto CSPeinado. Las claras aguas de la Charca.


Foto CSPeinado. La Charca ha vertebrado la Población.


Foto CSPeinado. La Charca en todo su esplendor.


Foto CSPeinado. El Rebosadero de la Fuente en la Charca.



Foto CSPeinado. Durante Siglos la Charca acogió las aguas para los regadíos.



Foto CSPeinado. Vista de la Charca con la Iglesia al fondo.

La Charca que hoy nos ha llegado es el fruto de una sucesión de reformas que se darían desde el principio del Siglo XX. La balsa, al rededor de la cual se fue extendiendo la población, era, cómo dijimos, una suerte de estanque natural con un murallón que, salvando el desnivel en el lado sur, permitia retener las aguas para darle el uso de regadíos. Con el tiempo, la balsa comenzó a dar problemas de salubridad, al estar las aguas estancadas, siendo preciso un modelo que sirviera para extender al máximo las aguas conteniendo en klo posible las pérdidas por filtración que, desde tiempos inmemoriales, hacían que el rendimiento de la misma no fuera demasiado bueno. Tras sucesivas reformas durante la dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República y el Régimen de Francisco Franco, la Charca adquiere su actual fisionomía, siendo un estanque de unos tres-cinco metros de profundidad, completamente cercado por obra de mampostería, encalado y con un sistema de medición, entrada y salida de agua modernizado a la labor del regadío.

Foto CSPeinado. La Charca serviría de estanque para pasear con barcas.


Foto CSPeinado. La Alameda lateral que vertebraría la vida pública de la Población.


Foto CSPeinado. Vista de la Iglesia sobre las casas del Pueblo.


Foto CSPeinado. Vista de las casas que circundan la Charca.



Foto CSPeinado. Una charca entre las mismas sierras que la surten de agua...


Foto CSPeinado. La claridad de las aguas contrasta fuertemente con la cal de su pared.


Foto CSPeinado. El acceso a la Charca.


Hoy, los Pegalajeños tienen muy a gala la posesión de un espacio que, sin perder su sentido agrario cómo retención de agua para el uso agropecuario permite vertebrar un pueblo y hacerlo partícipe de una atracción turística muy poco conocida por desgracia. En los años sesenta, la Charca adquiriría una posición de atracción turística de cierta raigambre en la provincia. En la misma, se podrían contemplar entrenamientos de piragüistas, paseos en barca o simplemente tomar unos baños cuando no existía aún la piscina municipal. En aquella época, la Alameda que circunda la Charca quedaría reconvertida en el nuevo núcleo por antonomasía de la población, llenándose de bares y cumpliendo la labor de moderno Foro a través del establecimiento del suficiente mobiliario urbano cómo apra convertirlo en zona de ocio y encuentro alrededor de la legítima y principal seña de identidad de Pegalajar. Una seña que se vería seriamente afectada por la desecación de mil novecientos ochenta y ocho.

Foto CSPeinado. El agua turquesa de la Charca contrasta con el azul del Cielo.


Foto CSPeinado. Un Pueblo volcado en todo con su símbolo.


Foto CSPeinado. Un fuerte color blanco se alza sobre el Agua.


Foto CSPeinado. Todo lo que circunda a la Charca está urbanizado.


Foto CSPeinado. Torres de medición y regulación al fondo de la Charca.


Foto CSPeinado. Un lugar de encuentro de pintorescas características.


Foto CSPeinado. La Charca es parte importante del Centro de Pegalajar.


Durante dicho año, la sobreexplotación de un acuífero que depende directamente del agua de lluvia y que es el que abastece a la "Fuente de la Reja" hizo que ésta se secara. Ello unido a la sequía que asoló la provincia en aquellos años motivó que la Charca se desecara, permaneciendo varios años seca y con una leyenda inscrita en su pared oriental que rezaba "A los que la vida dí, les reclamo, en justicia, que no me dejen morir". Éstos hechos, en los que se cruzaron acusaciones con poblaciones vecinas motivarían que desde dos mil siete y habienda cuenta que la Fuente sólo mana agua cuando se dan muy abundantes lluvias, se ha regulado la explotación del acuífero con el objetivo de tener una explotación responsable que sirva a Pegalajar tanto para abastecer a los regadíos que del mismo dependen cómo para mantener la aportación hídrica a un estanque que es mucho más que una simple balsa de agua, siendo, en todo, parte misma de la vida y la Idiosincracia de éste pueblo serrano.