Tratando de buscar un significado a lo que desde hace ya mucho tiempo no lo tiene, me despisto como siempre canturreando. Ojo lo pesada que soy con las canciones. A la mínima estoy cantando lo que sea, y me desconcentro. Que yo lo que quiero es pensar un poquito y así no hay manera.A lo que voy: tengo demasiadas cosas que resolver. Es enero y no me gusta nada este mes. Todo el mundo con la resaca de las navidades y como locos llenos de nuevos propósitos. Creo que es la peor época del año para plantearse cosas nuevas. Al menos yo, aún tengo los últimos gin tonics demasiado presentes como para poder rendir lo que me gustaría. Una vez más estoy en el primer peldaño de una gigantesca escalera que me mira amenazante y con cara de: – No hay huevos… Y la verdad es que no sé si hay huevos o no, pero me importa poco. Este año me lo planteo como un paseo. Voy a tratar de ir subiendo poco a poco, peldaño a peldaño. Y es muy probable que me pare en el tercer escalón porque me entre sed y me apetezca tomar una caña, y en el séptimo porque me encuentre con un buen amigo –que lleva ahí desde el año pasado- y me quede un par de días con él, y cinco más arriba porque quiera contemplar las vistas… Y no sé si llegaré hasta arriba, porque igual me entra vértigo y prefiero estar más cerca del suelo, o prefiero esperar y que me lleven de la mano…