- Debemos establecer reglas de disciplina muy claras y equitativas para todos los miembros de la familia.
- Los padres debemos explicarles a nuestros hijos las consecuencias de las peleas y las agresiones.
- Nuestros hijos deben saber que pelear no es la forma de resolver los problemas, es mejor tratar de llegar a un acuerdo entre ellos, siendo tolerantes y generosos. Tales valores si se los inculcamos desde pequeños serán practicados a lo largo de su vida.
- Debemos dejar que nuestros hijos solucionen sus conflictos, pero Sí intervenir cuando la pelea sea física o se insulten; en tal caso debemos dejarles muy claro que no vamos a permitir que se peguen ni se hablen así bajo ninguna circunstancia.Si la agresión física continua, los separaremos y sin hablar ni discutir con ellos, los mandamos a dos habitaciones diferentes para que se calmen y reflexionen. Se les indicará que cuando se hayan tranquilizado y encontrado una solución al conflicto, volveremos a hablar con ellos para que resuelvan el problema.
- No tomar partido hacia alguno de los dos. No se trata de buscar culpables, para pelear se necesitan dos y por lo tanto la llamada de atención será para ambos.
- Evitar los castigos físicos porque eso reforzaría la idea de que la violencia es la solución de los problemas.
- Luego de una pelea es bueno conversar con cada uno de sus hijos al respecto y se les debe reconocer sus sentimientos.
- A todos nuestros hijos debemos demostrarles cariño y amor tanto con palabras omo con hechos y lograr que ellos lo extiendan hacia los demás y sobre todo entre los miembros de la familia.
- Es fundamental tener paciencia y hablarles a nuestros hijos con calma cuando vayan a solucionar el conflicto. No debemos olvidar que somos el ejemplo, por lo tanto prohibido mostrar una conducta violenta.
- Es importante tener en cuenta que también la relación de pareja influye directamente en el comportamiento entre los hermanos. Los niños aprenden por imitación, si nosotros llevamos una relación agresiva no podemos pedirle a nuestros hijos calma y respeto.
- Evitemos las comparaciones, el favoritismo y la falta de atención a los hijos; para lo único que sirven es para agrandar más la rivalidad entre hermanos y afectar su autoestima.
- No olvidemos dedicar tiempo por separado a cada uno de los hijos y conversar mucho con ellos.
- Elogiemos las actitudes positivas de nuestros hijos, felicitarlos cuando no se peleen y mostrarles lo contentos que estamos por ello. Esto logrará que esas buenas conductas se repitan con más frecuencia.
- Si las peleas se vuelven recurrentes e intensas y la situación se sale de control, es aconsejable buscar ayuda profesional.