Pero no, esas no son las películas que nosotros veíamos en la tele. De todas ellas, las más recurrentes eran, sin lugar a dudas, Quo Vadis (1951 con un irrepetible Ustinov), La túnica sagrada (1953), Ben-Hur (1959), Rey de Reyes (1961), Barrabás (1962), o La historia más grande jamás contada (1965). Y entre ellas sobresaliendo Los diez mandamientos (la segunda versión de 1956 con el que DeMille puso fin a su dilatada carrera y en la que le puso voz a Dios, ni más ni menos: todo un epitafio).
Está clara la influencia italo-americana, aunque en México también se hicieran abundantes producciones sobre la vida de Cristo, entre las cuales me llama mucho la atención una que lleva por título Reina de Reinas (1945).
Y eso que hay para todos los gustos: Los testamentos de un rebaño y un pastor (2000) -basado en el libro del Mormón-; Jesucristo Superstar (1973) -que es la adaptación a un musical rock e influencia hippie-; La Pasión de Cristo (2004), que los más ortodoxos estiman como la versión más "fidedigna" a los padecidimientos reales de Cristo -así lo sentenció Juan Pablo II-; Jesucristo, cazador de vampiros (2001), donde Jesús vuelve a la tierra con la misión de acabar con unos vampiros resistentes a la luz del sol; y hasta una parodia, de manos de Terry Jones, La vida de Brian (1979).
Y listas, cómo no, de películas "de culto" más allá de los clásicos, y que han tratado el género de forma subversiva, no confiando únicamente en los escritos bíblicos sus fuentes, sino en arriesgados argumentos cinematográficos: La última tentación de Cristo (1988), de Scorsese, es quizá la más conocida, basándose en una interpretación novelística de Kazantzakis. Pero ya levantó polémica en 1964 la neorrealista El evangelio según san Mateo, de Pasolini, al que siguió un documental con el viaje que realizó a tierra santa para la documentación para su película. Asimismo, Buñuel trató el tema en muchas de sus películas, aunque con más profundidad en Nazarín (1958). E incluso Ferrara toca el tema en Mary (2005).
Pero no, tampoco son estas las que vemos ahora. Versiones televisivas de peor calidad, en cualquier caso, de las que hay una larga lista, que no tengo ganas de enumerar.