Películas del Recuerdo - Reservoir Dogs (1992)

Publicado el 21 octubre 2013 por Cinefiloclub @cinefiloclub1
Los colores del delito
Allá por la década del noventa (a principios de ella), el bueno de Quentin Tarantino daba que hablar, sorprendiendo y saltando a la fama a partir de un film sanguinario, soberbio desde la puesta en escena, con unos diálogos más que interesantes (fieles al estilo del director) y con un reparto de ensueño. El creador de este neo-noir nos sumerge en una historia de atracos, en donde una banda bien organizada tiene como encomienda el robo a una importante joyería. Los integrantes de este grupo criminal poseen la particularidad de no conocerse entre sí, llamándose bajo nombres de colores, en donde Harvey Keitel es Mr. White y Steve Buscemi Mr. Pink, por ejemplo. Algo sale mal, un imprevisto permite la llegada de policías al momento del timo, motivo por el cual, entre gatillos fáciles y desorden, nuestros protagonistas escapan hasta reunirse en un sitio en común. Pero lo encantador del relato radica en que lo recientemente mencionado prácticamente no se muestra sino de a pequeños sorbos bajo algún que otro flashback o bien a través de la deducción que pueda sacar el espectador de las pláticas y acusaciones que se sortean entre los partícipes de la misión. Tarantino desarrolla casi toda la cinta en un solo escenario. Allí engendra y construye diversos estados sofocantes, angustiosos y comienza a enseñarle al gran público su gusto por la sangre a chorros, así como también se las ingenia para ambientar las secuencias con una musicalización sugestiva, algo que de aquí en más se convertiría en otra de las piezas claves en la carrera fílmica del nacido en Tennessee. El guión, tan poco rebuscado como sólido, nos permite jugar con la intriga por descubrir qué ha pasado para que el tan estructurado plan se echara por la borda. Los personajes van sufriendo trastornos nerviosos cada vez más elevados, en etapas en donde la desconfianza hacia el otro aumenta progresivamente. La idea de un delator cobra cada vez más firmeza y ninguno de ellos sabe cómo puede acabar la cuestión. Quentin llama la atención, también, por el asomo de lo que luego sería siempre una característica innata en sus crónicas: el exceso. Y nos lo enseña con un cuadro retorcido en una de las circunstancias más fuertes de aquellos años, desbordante de violencia y alaridos extremos, en donde Michael Madsen toma el rol principal. Poco más de hora y media de metraje de una película de culto que raramente deje indiferente a los observadores, sobre todo pertenecientes a la rama amante del séptimo arte, con la fortuna de librar una resolución merecedora de admiración.
LO MEJOR:las actuaciones, el guión, la forma de atrapar al espectador valiéndose casi todo el tiempo de un solo escenario. Música, diálogos, acción, tensión made in Tarantino. LO PEOR:algunas escenas en donde se recurre al flashback se exceden en lentitud. PUNTAJE:8,2