Hoy he visto por fin El hombre Elefante, de David Lynch. Bueno, desde hace dos días, puedo ver por fin películas (yuhuuuu). El caso es que llevaba mucho tiempo queriendo verla (como tantas otras...), y hoy por fin la vi.
No he podido evitar acordarme de Freaks (La parada de los monstruos), de Tod Browning. Aunque para mí son distintas, y la de Lynch me ha llegado y gustado más. Aún así, ambas enseñan que la monstruosidad no tiene nada que ver con el aspecto de cada uno de manera bastante impactante y directa.
El hombre elefante. Así es conocido John Merrick, que padece unas terribles deformidades y es exhibido como una atracción de feria en un circo, hasta que el doctor Treves, interpretado por un gran Anthony Hopkins, le salva. Poco a poco, nos dejan conocer a John Merrick, a John Merrick el ser humano. Y es un ser humano extraordinario. Es amable, es tierno, es agradecido, es sensible.
Tiene algún momento terriblemente duro, aunque las sensaciones que deja no son únicamente de dureza o de tristeza. Lo cierto es que he llorado varias veces, y no solo por malos sentimientos. Por un lado, está la vergüenza por el comportamiento de la gente. En fin, si nos dedicamos a no dejar vivir a otros solo por ser diferentes, qué se puede esperar que le hagamos a alguien como John Merrick, tan distinto en apariencia. Pero no, debajo del color de piel, de lo que llevemos puesto, de las religiones, del físico...hay algo, ahí dentro: lo que cada uno es en realidad. Por suerte, hay grandes personas, como el doctor Treves y, por supuesto, John Merrick. Pero hay gente, que a pesar de su apariencia, en su interior no hay un ser humano: hay un monstruo.
Es triste, dura, pero al mismo tiempo es preciosa. Los seres humanos somos horribles y tenemos mucho que aprender de otros. Pero es que, esos otros, aportan esperanza con respecto a la raza humana: somos capaces de torturar a alguien, pero también hay otros capaces de dar felicidad. Son dos extremos, lo horrible, lo monstruoso... y lo bonito del ser humano. John Merrick se encuentra en los seres humanos de los que hay que aprender.
En Freaks, además del mensaje que he comentado, se transmite una bofetada: no seamos hipócritas. No nos creamos tampoco los más buenos del mundo solo por no ser parte de lo monstruoso, o los más tolerantes por juzgar a desde el otro lado de la pantalla. Sí, podemos ser tolerantes, pero sabemos, también, que hacemos una separación: ellos, los freaks, y nosotros. En El hombre elefante, creo que se muestra bien. Sí, está lo horrible que puede ser la gente; pero también están las personas, que a pesar de que les disguste, les tire para atrás en un primer momento el aspecto de John Merrick o tengan algún sentimiento como de separación o rechazo, son capaces de saltarse esas barreras y tratar a John Merrick como lo que es: un ser humano. Cuidarle, preocuparse por él, ayudarle, intentar que sea feliz. Porque lo merece. Y comportándonos tan bien con las personas, obtenemos resultados impagables: ver a esa persona llorando, emocionada, agradecida, por todo lo que ha recibido.
Da igual. Da igual si somos hipócritas en el fondo o no lo somos. Vamos a preocuparnos por no convertirnos en monstruos, e intentar ser grandes personas. Da igual nuestro aspecto o el suyo: intentémoslo.
John Merrick: reconozco que en un principio me inquietaba tu aspecto. Pero me alegro tanto de poder haberte conocido. Eres una gran persona, y no de todos se puede decir lo mismo.