Una vez más venimos a recomendaros una película que a nuestro juicio vale la pena y es imprescindible de ver. En esta ocasión os hablaremos de Moon, del año 2009.
Moon nos muestra la historia de Sam Bell, un astronauta que lleva trabajando tres años en la cara oculta de la luna totalmente solo. Cuando su contrato está a punto de acabar comienza a experimentar extrañas visiones y estas le llevan a investigar su origen, haciendo que descubra algo que cambiará para siempre su vida.
Moon fue una de las grandes triunfadoras en el Festival de Sitges del año 2009, donde consiguió los nada desdeñables premios a Mejor Película, Mejor Actor, Mejor Guion y Mejor Diseño de Producción. Por si esto no era suficiente, también consiguió el premio Bafta al mejor debut de un autor joven y estuvo nominada en la categoría de Mejor Película Británica.
Si hay una cosa que unánimemente destaca en esta cinta es la actuación de Sam Rockwell (Siete Psicopatas, Poltergeist). La película es su personaje y el actor consigue estar a la altura y no deja caer el nivel en ninguno de los 97 minutos que sale en pantalla; porque sí, el actor está en todas y cada una de las escenas de la película. Y para conseguir que el espectador no se canse de él, el actor construye un personaje con el que puedas empatizar, pero sin dejarte acercarte a él demasiado, manteniendo a la gente interesada y desconfiada a partes iguales. Me aventuraría a decir que esta es la mejor actuación del actor en toda su carrera. Muestra carisma, vulnerabilidad y misterio en las cantidades justas y consigue algo que pocos actores han sido capaces, que los espectadores no se cansen de ver a un solo actor en pantalla durante todo el metraje.
Moon está dirigida por Duncan Jones (Código Fuente, Warcraft), quien hasta ese momento era solo "el hijo de David Bowie", y sorprende mucho que esta sea su opera prima, pues demuestra un uso de los tiempos y los planos muy maduros y arriesgados. Como ya hemos dicho antes, la película está plagada de homenajes a películas anteriores de la ciencia ficción, cosa que puede ser tanto una virtud como un defecto; pero Duncan consigue esquivar esa dicotomía y ofrecernos un producto disfrutable para los amantes del género.
Otro aspecto muy destacable y sorprendente de la cinta es la ambientación y el uso que le dan al vacío espacial. No olvidemos que Sam está en la luna solo, y eso se muestra perfectamente en las escenas dentro de la base donde se puede observar cómo el personaje no consigue llenar el cuarto y habla solo, verbalizando esto mismo en los primeros minutos de película y lanzando el primer hilo por el que empatizar con él. Cuando el personaje tiene que salir de la base podemos disfrutar de unos paisajes lunares muy creíbles y agobiantes. Sam, a pesar de conocerse esa zona a la perfección, sabe que puede quedarse atrapado fuera, ya sea por un accidente o por un despiste, y se lo contagia a los espectadores a través de su mirada y su forma de moverse.
En resumen, Moon es una película necesaria. Quizá el mayor pero que se le puede encontrar es que no es un visionado apto para todos los paladares. Quien busque una película de ritmo frenético, continuas sorpresas y escenas explosivas, esta no es su película. Moon es mucho más que todo eso. Es una película con un ritmo constante y perfecto, que solo busca sorprender cuando de verdad necesita sorprender y con algunas de las imágenes más estimulantes y emocionantes de los últimos años. Por todo eso, recomiendo que veáis esta cinta, tanto si eres de los que esperan el primer grupo de cosas, como el segundo. Os prometo que al acabar estareis totalmente implicados en la lucha de Sam y su deseo de conocer la verdad. Haceos unas palomitas sin nada para solidarizaros con la soledad del protagonista y viajad a la luna para ayudarle.