La crisis no descansa en busca de nuevas víctimas. El emblemático teatro barcelonés del Liceu también se ha visto afectado. Sus gestores constatan un descenso de las tres líneas de ingresos. El mecenazgo se reduce, los espectadores pagan menos y las administraciones públicas les cuesta cumplir con sus compromisos.
La preocupación embarga al director general del teatro, Juan Francesc Marco, que está preocupado por la supervivencia del modelo de gestión del coliseo operístico barcelonés. Como se sabe, éste depende de un consorcio público donde están representadas las cuatro administraciones públicas.
El último ejercicio 2008-2009, el teatro ha arrojado un déficit de 363.000 euros debido en buena parte a una menor aportación de la Generalitat. La previsión para el presente es que otra administración, en este caso el Ministerio de Cultura, deje de aportar 1,6 millones de euros sobre el total de su compromiso, debido a la crisis. Ello ha obligado a los gestores, para no incurrir nuevamente en déficit, postergar una serie de pagos, cancelar una parte de la programación prevista para la presente temporada y ajustar aún más la política de contención de gastos ya iniciada.
Así, el teatro de las Ramblas corre el riesgo de quedar relegado y dejar de ser un referente a nivel internacional.
Nuevo contrato programa
El Liceu rige sus finanzas gracias a un contrato programa, ya vencido aunque se ha prorrogado a la espera de encontrar una salida a la actual situación. Marco apuesta por definir un nuevo contrato programa, de cuatro años de duración, ligado a objetivos. Este modelo, nuevo para escenarios de ópera, fue el que ya desarrolló en su etapa como máximo ejecutivo del Teatre Nacional de Catalunya, y que contó con la ayuda, en su definición, del profesor de Esade, Francisco Longo, director del Instituto de Gobernanza y Dirección Pública.
En el último ejercicio las aportaciones de Mecenazgo se redujeron hasta los seis millones, un 15% en relación al año anterior. Los ingresos se componen de tres grandes partidas: la propia actividad artística (17,1 millones) que sufrió una caída del 5,6%, Mecenazgo y otros (9,3 millones) con un descenso del 5,9%, y las aportaciones de las administraciones (29,2 millones) reduciéndose un 1,31%.
En total, unos ingresos de 55,7 millones, un 3,45% menos de lo presupuestado.
Ante el difícil contexto económico, Marco demanda a las administraciones que cumplan con sus compromisos y mantengan su aportación inicial que en estos momentos se encuentra dos millones de euros por debajo. Además les anima a acometer reformas en la Ley de Mecenazgo similares a las realizadas en Francia, aumentando las desgravaciones fiscales. Este cambio normativo ha posibilitado en el país galo que las aportaciones de los sponsors se hayan doblado.
En concreto, la legislación española (Ley 49/2002 sobre Régimen Fiscal de las Entidades sin fines lucrativos y de los incentivos fiscales al Mecenazgo) prevé que los particulares se puedan deducir de la cuota íntegra el 25% de su donación en el IRPF, con un límite del 10% de la base imponible. Las empresas por su parte pueden deducirse el 35% de la cuota íntegra en el Impuesto de Sociedades.
La ley francesa, aprobada el primero de enero de 2003, abrió más la mano, hasta el 66% para los mecenas privados y hasta el 60% en el caso de empresas.
Una ampliación en España de estas deducciones ayudaría a todas las partes. Aunque la Agencia Tributaria redujera sus ingresos por estos conceptos, hay que tener en cuenta que las administraciones públicas verían disminuir su esfuerzo inversor en ese campo ya que previsiblemente se incrementarían las aportaciones de mecenazgo, tal como ha pasado en Francia.
En el fondo lo que se propone es desarrollar una nueva alianza público-privada en el ámbito cultural, basada en una nueva fiscalidad. Existe una reflexión social sobre esta necesidad que se ha plasmado en diferentes documentos.
Uno de ellos, elaborado por la Fundación Barcelona Cultura, ha desarrollado un decálogo de propuestas para mejorar los incentivos fiscales destinados al ámbito cultural en este país. Se puede consultar en http://w3.bcn.es/fitxers/home/decaleg.1341.901.pdf .
Con él se pretende abrir un debate y acercarnos al modelo ya desarrollado en otros rincones del mundo donde se están aplicando algunas de estas medidas. Esta homologación pasaría, además de la citada fiscalidad cultural ampliando las bonificaciones, por un estimulo a la dación en pago de impuestos y crear un seguro público para facilitar la exhibición en centro públicos de patrimonio cultural privado.
Rechazo a una posible privatización
Enfrentado a las diferentes alternativas, su director general rechaza la posibilidad de una privatización del teatro. “Quién querría un teatro deficitario” se pregunta. Sin embargo existen grandes corporaciones que asumirían esta inversión dentro de su política de RSE para revertir a la sociedad una parte de sus beneficios. El modelo del CosmoCaixa no está tan lejos.