El plomo es uno de los elementos químicos más nocivos para el medio ambiente y supone una amenaza para más de 20 millones de personas en el mundo.
Según el primer informe mundial sobre productos nocivos, realizado por la Cruz Verde Suiza y la organización internacional sin ánimo de lucro Blacksmith Institute, el plomo es una amenaza "pesada" para la salud.
Al igual que ciertos metales pesados, el plomo, por sus características de volatilidad, se introduce de forma rápida en la cadena alimentaria y en el organismo de los seres vivos, lo que puede provocar graves consecuencias para la salud.
Debido al gran número de focos contaminantes, el plomo representa un riesgo para la salud de los habitantes de todos los continentes. Algunos focos de contaminación por plomo pueden ser por ejemplo el reciclaje de baterías o pilas, la producción de pinturas o cerámica o los restos de combustible de los automóviles.
En el informe The World's Top Six Toxic Threats 2010 (las mayores amenazas tóxicas del planeta 2010) se señalan seis sustancias nocivas que representan un serio riesgo para la salud de 100 millones de personas: además del plomo, se cita al arsénico, los pesticidas, el cromo, el mercurio y los radioisótopos.
El plomo es un neurotóxico natural que actúa especialmente sobre el riñón, la médula ósea y el sistema nervioso. Asimismo, el plomo puede provocar patologías tales como el saturnismo, retrasos del crecimiento e incluso alteraciones del comportamiento.
El plomo está presente en la alimentación. Según el experto francés André Picot, en Francia, "más del 30% de la ingesta de plomo proviene de las bebidas, el 22% de las frutas y verduras debido a la contaminación de la tierra de cultivo, el 15% de la carne y productos lácteos, y el 14% de los cereales". Entre los alimentos de alto contenido en plomo se encuentran el vino y los champiñones de París.
En ciertas regiones francesas, el agua del grifo puede suponer una importante fuente de contaminación por plomo. El agua, en principio, contiene una escasa cantidad de plomo. Sin embargo, si se mantiene durante horas en canalizaciones de plomo, la concentración de este metal pesado y dañino aumenta. En caso de disponer de instalaciones de plomo, conviene dejar correr el agua durante un rato antes de beberla.
El plomo está presente en la atmósfera, en el polvo, en la pintura, en la alimentación. Evitar el contacto con este metal pesado es tarea imposible. Sin embargo, se pueden tomar ciertas medidas para limitar la exposición al plomo: - Limpiar regularmente el interior de los hogares para suprimir al máximo las partículas de plomo presentes. - Evitar cocinar o almacenar los alimentos en recipientes de cerámica. - Evitar dar de beber a los niños agua del grifo si las tuberías aún son de plomo. - No comer aves que hayan sido cazadas con balas de plomo.
En cuanto a la alimentación, y más concretamente a los alimentos ecológicos cuyo contenido en pesticidas y abonos de síntesis es nulo, no se puede asegurar que no contengan plomo. Por ello, es conveniente lavarlos de igual forma que los alimentos convencionales.
Vías más comunes de exposición y riesgos para la salud.
El plomo se introduce en el organismo a través de la ingestión, la inhalación o por la transmisión de madre a hijo en el útero o a través de la leche materna. Aunque es posible que pueda penetrar en el cuerpo a través del contacto con la piel, esta vía no suele estar asociada a grandes concentraciones. Una vez que el plomo entra en el organismo, se introduce en los tejidos y órganos a través de la sangre y finalmente alcanza a los huesos y dientes.
El plomo puede permanecer almacenado en los huesos durante 30 años.
Los efectos sobre la salud del envenenamiento por plomo pueden ser agudos y crónicos y son especialmente graves en niños, el grupo más expuesto. Incluso pequeñas concentraciones de plomo en el organismo de los niños se asocian con problemas neurológicos y cognitivos a largo plazo.
Riesgos medioambientales.
Los riesgos para el medioambiente causados por el plomo provienen especialmente de los siguientes focos:
- - La contaminación del aire debida al plomo de la gasolina de los automóviles, especialmente cuando se forman atascos. El carbón, las bolsas de plástico y algunos materiales utilizados para cocinar o la quema de residuos en vertederos.
- - La contaminación del agua: la insalubridad provocada por la falta de instalaciones sanitarias contamina las costas, los ecosistemas y la cadena alimentaria e incrementa los casos de enfermedades tales como la malaria, diarrea, hepatitis A, poliomielitis, tifus, enfermedades de la piel, cólera y meningitis y hace que el agua no sea apta para beber.
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