Peligros de la islamofobia y del mal periodismo

Publicado el 20 enero 2015 por Alba Chaparro @Alba_Chaparro

Hace unos días publiqué un " Alegato contra la islamofobia" en el que intentaba explicar que los crímenes perpetrados contra el Charlie Hebdo no son producto de la religión musulmana, sino del odio irracional que implica el fundamentalismo religioso. El profesor de la universidad californiana de Riverside y miembro de la American Academy of Religion, Reza Alsam, alertaba en una muy recomendable entrevista concedida a la CNN sobre los peligros que conlleva generalizar algunos prejuicios en una religión profesada por 1.5000 millones de personas. Y hoy voy a tratar de advertir sobre los riesgos que implican las malas prácticas periodísticas -o, si se prefiere, la ausencia de las buenas prácticas periodísticas-.

El pasado 17 de enero el diario británico The Independent publicó que un marroquí había sido asesinado en el pueblo francés de Beaucet, cerca de Aviñón, al grito de "yo soy tu Dios, yo soy tu Islam". El agresor, un joven de 28 años, entró en la casa de Mohamed El Makouli a la 1:30 de la madrugada para asestarle 17 puñaladas que acabarían con su vida (el crimen fue presenciado por la esposa de la víctima). La repercusión de esta noticia en la prensa internacional es prácticamente inexistente. Por poner un ejemplo, el único medio relevante en castellano que se ha hecho eco de este suceso ha sido la página web del canal RT.

Como resulta evidente, no tiene la misma importancia este hecho que los 17 crímenes cometidos en París hace dos semanas (aunque solo sea por el número de víctimas), pero en la oleada islomófoba que se ha saldado con al menos 116 ataques antimusulmanes me parece significativo informar sobre un asesinato ejercido por el bando contrario. Comunicar un hecho así se llama periodismo, no hacerlo se llama propaganda encubierta.

Terrorismo significa, según la RAE, "sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror". Por lo tanto, aunque la víctima haya sido una en lugar de 17, aunque el crimen lo haya cometido una sola persona en lugar de un grupo organizado, las 17 puñaladas que acabaron con la vida de Mohamed El Makouli se circunscriben dentro de la definición de "terrorismo". Que se lo pregunten a su viuda, que presenció el homicidio.

Además del escaso interés mediático que ha despertado este ataque, me asombra la forma en que las autoridades respondieron respecto al asesino y el modo en que The Independent trata la información. Al final de la noticia se explica, con alevosa intención, que el asesino fue ingresado en un hospital psiquiátrico. Es un intento descarado de manipulación, de restar importancia a la islamofobia que se desprende de este crimen. A alguien que mata en contra del Islam se le encierra como a un loco, ¿habría pasado lo mismo en caso de arrestar con vida a los terroristas del Charlie Hebdo? ¡Como si matar caricaturistas fuera algo que hace la gente mentalmente sana!

Por supuesto, no es comparable un homicidio cometido por una sola persona que un crimen múltiple perpetrado por terroristas adoctrinados, pero hay que valorar determinados comportamientos con un poco de perspectiva. Porque repito: se han producido al menos 116 ataques antimusulmanes tras los atentados de París. Puede ser cierto que el asesino de Mohamed El Makouli fuera un enfermo mental, pero es probable que padeciera el mismo trastorno que los terroristas de París: todos ellos estaban enfermos de odio.

Francia tiene 66 millones de habitantes, pero estoy segura de que no todos se van a liar a puñaladas contra musulmanes. Igual que no todos los musulmanes (ojo, son 1.500 millones) se lían a poner bombas o a atacar a Occidente. Igual que no todos los judíos aprueban el genocidio palestino. Igual que no todos los sacerdotes son pederastas. Las religiones son religiones, cada una con sus conflictos. Generalizar es peligroso, especialmente porque la enfermedad del odio es altamente contagiosa.

(Si te ha gustado el post, ayúdame a difundir. Intentemos frenar esta oleada de odio enfermizo).