Un nuevo concepto que no sé como traducir es el de "distracting doctor", un peligro que acecha a todos los profesionales pero que puede tener una mayor repercusión en el campo de la medicina y enfermería. La aparición de los teléfonos inteligentes y las tabletas convierten a estos artefactos en muy útiles para la ciencia pero también para distraerse. Un ejemplo sencillo es enviar mensajes, recibir llamadas o "navegar" en pleno trabajo con la consiguiente distracción y pérdida de concentración de la actividad que se está realizando. Tras un período más o menos largo de distracción es más difícil volver a la tarea inicial.
Es fácil comprender que me estoy refiriendo a buenos profesionales (en la actualidad hasta un 33%) que usan esos dispositivos por razones médicas para recibir información o consultar problemas. En cambio, hay muchos "jetas" en su trabajo que dedican gran parte de su tiempo a usar el ordenador y otros artilugios para asuntos personales por lo que su rendimiento baja a cotas ínfimas.
Por otro lado, la imposición de la historia clínica electrónica en la mayoría de los hospitales tiene la ventaja de evitar errores pero, con frecuencia, no permite una relación empática médico-paciente. A mí no me acaba de convencer por la sencilla razón de que debería iniciar un curso de mecanografía y, a estas alturas, ya no estoy para esos menesteres.