Empecemos con una sospecha, que flotaba entre los festivales internacionales y las salas de exposiciones de los últimos años, que esta inmensa y creativa artista confirmó, en la edición 2013 del Festival de San Sebastián: Mariana Rondón es una de las diez mejores directoras de cine latinoamericano actual.Confieso que mi interés por esta artista empezó hace 20 años con un corto titulado Calle 22 (y que vuelto a ver recientemente, con el vértigo que provocan dos décadas de la historia del cine, ha logrado conservar su frescura y valentía), una historia que ya planteaba el tema central que recorre la obra de Mariana Rondón: la identidad.Una pareja debe separarse durante quince días. La pérdida de un avión provoca un juego perverso entre ellos, unas llamadas obscenas, un cambio en el timbre la voz y el amante se transforma en un desconocido (frente a su filmografía, hoy me hubiese gustado que el cortometraje se hubiese titulado, Voz Mala).Tras su primer largo, A la Media Noche y Media (1999), en co-dirección con Marité Ugás, otro choque visual, en esta ocasión en forma de exposición de esta artista tan polifacética como imaginativa, Llegaste con la brisa (premio Fundación Telefónica 2005).Unas enormes burbujas de jabón, flotando en el aire, sobre las que se proyectan imágenes de hibridaciones de seres humanos y animales y combinaciones genéticas alucinantes. Un paso más en su análisis visual de la identidad.Postales de Leningrado (2007), su primer película en solitario, cautivó al jurado, otra vez, del Festival de Biarritz (que ya le había premiado años atrás Calle 22). Esta hija de ex guerrilleros de las FALN, retrataba su infancia con una lograda libertad de tono y formas (imágenes reales y animación) y una alegría de tono, gracias a su doble formación como cineasta, en la Escuela Internacional de San Antonio de los Baños de Cuba, y en técnicas de animación en Francia.El pasado septiembre esperaba con impaciencia Pelo Malo, incluida en la sección oficial del Festival de San Sebastián. Aunque se proyectó el segundo día, a falta de ver casi la totalidad de candidatas a la Concha de Oro, no pude evitar afirmar que Pelo Malo ganaría uno o varios galardones, tras pasar uno de esos momentos mágicos e inolvidables que se viven en los festivales. Días después el jurado, de manera unánime, otorga la máxima recompensa del certamen a Mariana Rondón.Pelo Malo es una joya, desde el principio hasta el final, una de las mejores películas de 2013 y unos intérpretes alucinantes, en especial, Samantha Castillo y Samuel Lange Zambrano. A partir de la sencilla historia de un niño, que quiere parecerse a las estrellas del pop, y alisarle el pelo como ellos, para aparecer en el foto del anuario del colegio, en vez del tradicional traje de militar, la cineasta consigue un retrato irónico, feroz y muy inteligente sobre su país y, de nuevo, su tema favorito, la identidad.El cine venezolano está viviendo un momento glorioso en los últimos tiempos (añadamos Azul y no tan rosa, de Miguel Ferrari como mejor película extranjera de habla hispana en los últimos Goyas). Si no puedes esperar hasta el estreno, te recomiendo que vayas abriendo el apetito con los trabajos anteriores de Mariana Rondón en su página web. Retomando el estupendo discurso de Jared Leto en la noche de los Oscar, las películas de Mariana Rondón van dirigidas “a todos los soñadores en el mundo… en lugares como Ucrania, Venezuela… que luchan por lograr sus sueños, por vivir lo imposible”. Con cineastas como esta talentosa directora no existe la palabra “imposible”, y todo, absolutamente todo, se encarga de ponerlo al alcance de nuestras manos.