Pena amarilla

Publicado el 14 noviembre 2016 por Rosa Valle @RosaMValle

Hay una pena negra y una pena amarilla. Una pena que fulmina y otra que mata lentamente.

La pena negra es incontestable. No tiene escapatoria. Nace de una tragedia con connotaciones físicas. Paraliza. Bloquea. Te ahoga nada más presentarse. Es una pena que no anda en tonterías. Viene sin dosificador. Es la pena total.

La pena amarilla es discreta. Compañera. Se pega al cuerpo como una camiseta mojada y al cerebro como una mala enseñanza. Acompaña. Es consecuencia de la revelación de las certezas de vivir. Se queda con quienes la tratan bien. No es pena de tontos ni de ignorantes: sabe y estudia. La pena amarilla duerme de tarde, despierta de noche y camina de mañana. La pena amarilla crece contigo, pero, a diferencia de ti, no envejece. Su color no se marchita: alguien la repinta cada día.

Pena amarilla, maldita seas.