Hermosos pinares de Valsaín desde el Puerto de Cotos hasta Peña Citores por la Senda del Batallón Alpino. Esta mañana de julio será muy caliente en esta parte madrileña de la Sierra de Guadarrama. Los montañeros caminamos despacio porque en la naturaleza el tiempo es sosegado y armonioso.
Metidos ya en de Peña Citores, seguimos el sendero que atraviesa el recinto de lo que fue el Batallón Alpino. Hace un momento dejamos el cuenco donde aún está la humedad de una surgencia resistente a estos prolongados calores con una multitud dorada de gencianas (genciana lútea). Podemos conversar en latín, entre el nombre de la cima y la planta volvemos a tiempos antiguos. Los antiguos Plinio el Viejo y Dioscórides aseguran que el nombre recuerda a Gentio rey de Iliria, de quien no hablan positivamente quienes de él hacen memoria, que descubrió propiedades curativas en esta planta.
Continuamos nuestra marcha por la línea cimera hasta el Mirador del Cancho. Durante nuestro camino la grandiosidad de los pinares de Valsaín se extiende hasta la profundidad del valle. La mirada goza con las cumbres cercanas a las que ponemos nombre y recuerdo de otros días de montaña. El refugio está recién restaurado. Hasta seis personas podrían pasar aquí una noche calmada o una jornada de protección frente a alguna ventisca. El cielo respira serenidad, los montañeros empleamos un buen rato contemplando el poderoso vuelo de un buitre negro en plena búsqueda.
Desde aquí, una senda baja en picado pinar abajo. Los montañeros cumplimos con los zigzag que marcan los hitos. El pinar de Valsaín es nuestra deseada sombra, sus altísimas copas conversan con nuestras almas. Para no bajar demasiado, inventamos una ruta horizontal sin nada nuevo que reseñar salvo que allí el gozo de la libertad está creciendo en los pinos, salvo que allí la paz tiene flores y susurros, salvo que allí el contento nace entre las ramas verdes y en las diminutas hierbas, salvo que allí bien pudiéramos vivir trescientos años entre el silencio y el musgo, salvo que allí la naturaleza entrega su savia vegetal a la sabiduría común, salvo que allí…
Tras cruzar algunos arroyos, un pedregal, multitud de helechos…llegamos al Camino Viejo del Paular casi a la altura de Cotos, muy cerca de Venta Marcelino donde dimos por concluido el paseo circular de esta mañana calurosa de julio.
Javier Agra.