Peñalba de Santiago: la maravilla del Bierzo

Por Yorga @javieramosantos


Es otoño y me decido poner rumbo a un pequeño tesoro paisajístico e histórico que me han recomendado visitar. Madrugón y carretera. A 25 kilómetros de la minera Ponferrada, la aldea de Peñalba de Santiago es un bello compendio de arquitectura popular de la comarca del Bierzo que, además, cuenta con una iglesia mozárabe y un antiguo desierto o eremitorio, el Valle del Silencio, a dos kilómetros del pueblo.

La iglesia de Santiago de Peñalba

Cuando entro en la villa doy fe de su atmósfera embriagadora. Lo primero que asoma a la vista es su pasado. Peñalba es un pueblo antiquísimo donde se ubica la iglesia de Santiago de Peñalba, una joya de la arquitectura mozárabe del siglo X fundada por San Genadio. Una de las iglesias más antiguas que existen en España y que pide a gritos la atención por su curiosa arquitectura. Tendré tiempo de estudiarla más a fondo luego.
Se trata de una aldea aseada, una tierra apenas sin poblar (no sobrepasa el medio centenar de habitantes), pero de lugareños recios y octogenarios, de historia y hasta de eremitas deseosos de vivir solos en contacto con la naturaleza.

Situada entre un paraíso de nogales y castaños, Peñalba de Santiago presume de albergar entre sus callejuelas un coqueto conjunto de casas de piedra y pizarra, con balcones volados. Hermosa fisonomía urbana que le ha valido ser declarada Conjunto Histórico-Artístico con categoría de Conjunto Etnológico.

Santiago de Peñalba.

A más de 1.000 metros de altitud

El esfuerzo realizado para llegar hasta aquí ha merecido la pena. Ubicada en la comarca de Valdueza, Peñalba de Santiago está situada a 1.100 metros de altitud, próxima al Morredero y el Pico Cabeza de la Yegua. Apiñada en una ladera, rodeada de un impresionante paraje de montaña que perturba el ánimo. No es mal de altura. Me quedo tranquilo.
Una quietud monacal embarga todo el entorno. Como viajero al que le agrada entablar diálogo con los habitantes del pueblo en cada excursión que emprendo, echo de menos el bullicio aldeano que proporciona un día de mercadillo. A mujeres comprando frutas y verduras. Sí consigo atisbar un grupo de jubilados que holgazanea bajo la sombra que los pocos rayos del sol producen entre los árboles.

Me cuentan que a leguas doy la impresión de parecer forastero. Dan en el clavo. Sonrío, comparto unas breves impresiones sobre este maravilloso pueblo y les pregunto qué camino debo seguir para arribar a la Cueva de San Genadio, considerada Monumento Nacional. No es más que una excusa perfecta para recorrer kilómetros de una belleza natural desbordante y entender un poco mejor el carácter de Castilla y León.

El mozárabe en Peñalba de Santiago

Antes he tomado la precaución de descubrir la estupenda iglesia. Se trata de un pequeño templo construido con lajas de pizarra y mampostería. De una sola nave, está dividido en dos cuerpos y tiene dos capillas laterales.

Tanto los cuerpos de la nave como las capillas están separados con arcos de herradura, sobre columnas y capiteles decorados con hojas de acanto. Su estilo mozárabe le delata. Aquí está enterrado el cuerpo de San Genadio, así como Urbano, uno de sus sucesores. Una maravilla de piedra, en definitiva.

La estampa fascinante de Peñalba de Santiago invita al viajero a recorrer sus calles.

Tras andar una media hora por la que en su tiempo se llamó la senda de los monjes (y logro entender porqué), llego a la primitiva y sencilla cueva. Oigo cantos de pájaros. El lugar guarda una curiosa leyenda: aquí se escondió el río Oza tras ordenarle San Genadio silenciar sus aguas.

La ribera pareció achantarse y, presa del temor, ocultó su brava corriente bajo la gruta. El monje buscaba silencio para meditar. Realidad o conjetura, lo cierto es que el viajero puede ver cómo el río aparece y desaparece a lo largo del Valle del Silencio, como si emulara al Guadiana.
Tras completar mi ruta reflexiono en soledad. La que me ha conducido hasta aquí. Sin duda, regresaré de nuevo a Peñalba de Santiago, esa aldea que parece varada en el tiempo. Me ha cautivado. Sobrecogido, para ser más exactos.

Los vecinos me recomiendan que lo haga en primavera, en concreto el 25 de mayo, cuando se celebra una romería que sale de la iglesia y acaba con misa en la cueva-eremitorio de San Genadio, donde no falta un menudo altarcito de piedra con la imagen del santo. Deberé expiar mis pecados antes de regresar a Castilla y León.

Soy periodista y experto universitario en protocolo. He trabajado en diferentes medios de comunicación como 20 minutos, Las Provincias o Diario 16. Ahora ejerzo labores de community manager, colaboro en blogs y publicaciones digitales. Autor del libro 'Eso no estaba en mi libro de Historia de Roma'.