Encima de mi mesa de trabajo (en casa) suelo tener un par de libretas; una pequeña, para las anotaciones de urgencia, y otra grande para pasar lo que rescato de las anotaciones rapidísimas. Se mezclan los libros que tengo que comprar con los discos, citas, teléfonos que no sé de quién son, notas para artículos, entradas de este artefacto, citas, cosas por hacer...
Un trimestre vigoroso y complicado me deja algunos libros por comprar que dejo aquí, a ver si toma nota Paco, mi librero: (Paco, tengo que recoger En Grand Central Station me senté y lloré, que encargué después de leer este soberbio texto de Vila-Matas: enlace)
De mis queridos compañeros de por aquí, tengo que comprar:
- Dido, reina de Cartago de Isabel Barceló, de Mujeres de Roma.
- Última noche en Granada, de mi muy estimado Francisco Ortiz, de Novela negra y cine negro.
- El corazón de los caballos, de Miguel Ángel Muñoz, de El síndrome Chéjov, que iba a ir a ver a la Fnac y al final no pude.
Tengo que comprar también los últimos de Vila-Matas, Puértolas, Silva, Coetzee, y un montón más en poesía (me gusta lo que están publicando los jóvenes: voy en busca de Sara Toro, Sofía Castañón, Sergio DeCopete).
Tengo que reseñar aquí, todavía, los últimos libros de Rodrigo Fresán y Rafael Balanzá, Sudeste de Haroldo Conti, el soberbio Aire nuestro de mi muy admirado Manuel Vilas y el que termino ahora: Providence, de Juan Francisco Ferré.
Me gusta que las casillas del Por hacer estén repletas, que se hayan juntado muchos títulos que enseguida reposarán en mi mesita de noche. Adoro la quietud de lo que es lento, pero los años me animan a que lo Pendiente rebose, a que sean miles los proyectos, a que no falten nunca las ganas. Hay un momento en la vida de todos en el que se toma conciencia de que el tiempo no es ilimitado y, lo peor, que nunca nos va a sobrar: comienza entonces una cuenta atrás invisible en la que uno sabe que no va a perder la más mínima oportunidad y lo difícil, seguramente, es compaginar eso con ciertas ganas de quietud, de parada y reflexión, de calma.
Ya les iré contando.
Hace un año y dos días: Un discazo: Romancero, de La bien querida