He visto ya "Nine" y he tenido la oportunidad de entrevistar (quince minutos, por teléfono, qué se le va a hacer) a Penélope Cruz. La película me entretuvo; admiro la manera que tiene Rob Marshall de enhebrar los números musicales dentro de la trama dejándoles siempre su perfume teatral, algo que me parece tan efectivo como inteligente. Penélope Cruz protagoniza uno de ellos, "Call from the Vatican" -en la última producción de Broadway, la que interpretó Antonio Banderas, era Jane Krakowski quien hacía ese papel-, que canta y baila Carla, la amante de Guido Contini. A Penélope la conozco desde hace muchos años, y me asombra tanto como me impresiona el cambio que ha experimentado. Cuando empezó a llamar la atención en Hollywood, en España se le negaba el pan y la sal y era diana habitual de comentarios (negativos) de todo tipo. Penélope ha hecho oidos sordos, ha ignorado los ataques (que me consta que le duelen) y ha seguido avanzando paso a paso hasta convertirse en una verdadera estrella y, además, en una actriz cada vez más respetada en todo el mundo. De la entrevista (se publicará en ABC este próximo domingo), lo que más me sorprendió es que me dijera que la inseguridad no abandonaba nunca a un actor o una actriz. Carlos Hipólito, ese monumento nacional de la escena española, me confesó hace un par de meses algo parecido, que el miedo a que no sonara el teléfono no desaparecía. En el caso de Penélope no es ya eso lo que le causa inseguridad; es el miedo a lo desconocido, el temblor que sigue sintiendo cada vez que llega el primer día de rodaje. Le gusta, me dijo, esa sensación de novedad, de desamparo casi, y considera una bendición saber que nunca, por muchos años que pasen, va a desaparecer. Le pregunté, claro (no podía ser de otra manera), si pensaba seguir los pasos de Antonio Banderas y dar el salto a Broadway, pero aún, respondió, no se siente preparada. Sí quiere hacer teatro en español y su intención es interpretar "Las criadas", de Genet... Así que ya saben los empresarios teatrales que la quieran por dónde empezar...
He visto ya "Nine" y he tenido la oportunidad de entrevistar (quince minutos, por teléfono, qué se le va a hacer) a Penélope Cruz. La película me entretuvo; admiro la manera que tiene Rob Marshall de enhebrar los números musicales dentro de la trama dejándoles siempre su perfume teatral, algo que me parece tan efectivo como inteligente. Penélope Cruz protagoniza uno de ellos, "Call from the Vatican" -en la última producción de Broadway, la que interpretó Antonio Banderas, era Jane Krakowski quien hacía ese papel-, que canta y baila Carla, la amante de Guido Contini. A Penélope la conozco desde hace muchos años, y me asombra tanto como me impresiona el cambio que ha experimentado. Cuando empezó a llamar la atención en Hollywood, en España se le negaba el pan y la sal y era diana habitual de comentarios (negativos) de todo tipo. Penélope ha hecho oidos sordos, ha ignorado los ataques (que me consta que le duelen) y ha seguido avanzando paso a paso hasta convertirse en una verdadera estrella y, además, en una actriz cada vez más respetada en todo el mundo. De la entrevista (se publicará en ABC este próximo domingo), lo que más me sorprendió es que me dijera que la inseguridad no abandonaba nunca a un actor o una actriz. Carlos Hipólito, ese monumento nacional de la escena española, me confesó hace un par de meses algo parecido, que el miedo a que no sonara el teléfono no desaparecía. En el caso de Penélope no es ya eso lo que le causa inseguridad; es el miedo a lo desconocido, el temblor que sigue sintiendo cada vez que llega el primer día de rodaje. Le gusta, me dijo, esa sensación de novedad, de desamparo casi, y considera una bendición saber que nunca, por muchos años que pasen, va a desaparecer. Le pregunté, claro (no podía ser de otra manera), si pensaba seguir los pasos de Antonio Banderas y dar el salto a Broadway, pero aún, respondió, no se siente preparada. Sí quiere hacer teatro en español y su intención es interpretar "Las criadas", de Genet... Así que ya saben los empresarios teatrales que la quieran por dónde empezar...