La gran arteria de la península de Kowloon es la calle Nathan Road donde compiten comercios, multinacionales, bancos, restaurantes y hoteles.
De Central a Tsim Sha Tsui se puede llegar fácilmente en bus o en metro pero, sin duda, la forma más romántica y económica (2.5 HK$) es hacerlo a bordo de un Star Ferry, unos pintorescos barcos inaugurados en 1888. El trayecto dura alrededor de nueve minutos y la frecuencia es elevada. Sin embargo, nuestro recorrido por Kowloon empezó por la zona más septentrional de la península, New Kowloon, donde llegamos en metro. A pesar de que es la zona menos turística nos apetecía visitar algunos lugares y uno de ellos eran los Jardines Nan Lian Garden. Estos cuidados jardines de la dinastía Tang (618 aC a 906 aC) son un encanto, con diferencia los mejores que vimos en todo el viaje. Flores y bonsáis, pabellones, cascadas, puentes, rocas de extrañas formas … un rincón de paz para pasar un rato alejado del bullicio de la ciudad.
Los minibuses tienen una capacidad para 16 personas y suelen ser más rápidos que los buses urbanos. De todas formas, no son recomendables a no ser que se hable cantonés y se conozca bien la ciudad. Hay dos tipos de minibuses, los de color verde que cubren rutas concretas a precios fijos y los de color rojo que no tienen rutas fijas y los pasajeros pueden subir y bajar en cualquier punto del itinerario. En este último caso, se paga al final del trayecto en función de la distancia recorrida.
El Templo de Sik Sik Yuen Wong Tai Sin es uno de los más concurridos de la ciudad. Este gran templo se construyó en 1973 y está dedicado al dios Wong Tai Sin, venerado por la gente de negocios, por los enfermos o los que quieren prevenir enfermedades. Allí se concentran las tres religiones más importantes de China: taoismo, confucionismo y budismo. Antes de entrar al templo se ven muchos puestos donde se pueden comprar las barritas de incienso u otros objetos para hacer las ofrendas. El color rojo, símbolo de buena suerte y fortuna, es el que predomina por todas partes. Además de acercarse al templo para ofrecer incienso, mucha gente acude en busca de conocer lo que les depara el futuro. El método de adivinación más popular en Hong Kong son los palillos de la suerte o chim. Los palillos se sacuden en una caja y se tiran al suelo. Teóricamente cada uno lleva un número que corresponde a uno de los papelitos de un juego que custodia el guardián del templo el cual interpretará el significado para cada persona. Estuvimos un buen rato observando esta práctica. El sonido de la agitación de múltiples cajas de palillos a la vez, envuelto en una atmósfera de humo con olor a incienso, transmite una sensación agradable. Después de fijarnos atentamente en el funcionamiento de los palillos, vimos que la mayoría “se lo apañan” para que salga lo que les interesa. Me explico: Van agitando la caja con la tapa abierta hasta que algunos de los palillos sobresalen y caen al suelo. Comprueban el número y me imagino que como cada uno ya sabe interpretar el resultado, van repitiendo esa operación hasta que sale lo que interesa, un futuro lleno de fortuna y salud. Por la parte trasera del templo se accede a los jardines llamados Good Wish Garden, donde se puede ver un mural con 9 dragones de piedra en conmemoración del jubileo de Tai Sin. A la salida, hay una gran cantidad de pequeños puestos alineados uno al lado de otro, donde están instalados los adivinos que predicen el fututo, algunos de ellos incluso en inglés.
Esperamos hasta las ocho para ver el espectáculo de luz y sonido que se repite diariamente y que implica a 33 edificios. Aunque es bonito, me esperaba más de la llamada Symphony of Lights. Supongo que cuando hay fuegos artificiales el espectáculo gana bastante.
Después de pasar una intensa jornada en Kowloon todavía nos habían quedado muchas cosas por ver. A lo largo de los días sucesivos volvimos a la península en diferentes ocasiones y fuimos visitando algunos de los lugares que nos habían quedado pendientes y no queríamos perdernos.
El extremo opuesto lo encontramos en las Chungking Mansions, un lugar único en el mundo. Es un enorme y decadente edificio donde se encuentran cientos de negocios y alojamientos tan baratos como cutres. El lugar es un tugurio y lo único que me gustó fue su situación en Nathan Road. Al entrar ya esperan los cazadores de clientes y van repartiendo tarjetas de los diferentes cuchitriles. A pesar de que están restaurando la fachada, el interior se ve muy descuidado y sucio.