Como confiaba, los Reyes Magos me trajeron el 6 de enero la edición bilingüe francés-español de los
Ensayos (Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2015) de Michel de Montaigne: 2393 páginas de apretado texto en papel biblia. Cada día intento leer un capítulo completo: primero en francés y luego en español, y aunque acabo bastante deprimido por mi lamentable y defectuoso conocimiento de la lengua francesa, estoy disfrutándolo sobremanera y ya voy por la página 335... La edición me parece muy buena y los primeros días la iba cotejando con la que ya había leído anteriormente de Cátedra, en tres tomos, de 1993, pero he dejado de hacerlo -no conduce a nada- y me centro ahora en la edición de Galaxia Gutenberg. El problema es que es demasiado voluminosa para irla leyendo en la guagua.Una de las ventajas de no tener coche propio es que me permite leer durante los trayectos urbanos, de ahí que siempre salga de casa con un libro entre las manos. Antes, en otros momentos de mi vida no muy lejanos, era capaz de caminar por la calle y leer al mismo tiempo un libro o un periódico sin tropezar con persona o farola alguna. Ahora, lo reconozco, no me atrevo, y aunque sigo saliendo de casa, siempre, con el citado libro bajo el brazo, solo lo abro en la guagua. Ya sea el trayecto corto o largo, lo aprovecho para leer.Ayer tuve que salir de casa en dos ocasiones, y aunque me apetecía, no podía llevarme a Montaigne, así que en una rápida ojeada a la estantería arramblé con un pequeño librito que he leído al menos en tres ocasiones y utilizado como referencia en otras muchas: Entre el pasado y el futuro. Ocho ejercicios sobre la reflexión política, de Hannah Arendt, en su edición de Península (Barcelona, 2003). La última vez que lo leí completo fue en abril de 2013; la primera en febrero de 2003, un mes después de su publicación.
No es un libro difícil de leer como otros suyos. Y reconozco que en cada lectura sucesiva le voy sacando cada vez más provecho y de más actualidad me parece lo que en él dice mi admirada Hannah Arendt. Como es habitual lo tengo subrayado en párrafos enteros y lleno de notas al margen de las páginas con acotaciones, signos de admiración e interrogación, sugerencias e ideas a desarrollar o plasmar en otros ámbitos.
Recordé, mientras lo releía a pasajes sueltos en la guagua, que en uno de los primeros números de Revista de Libros había aparecido una reseña sobre él, y efectivamente, nada más volver a casa encontré la crítica que del mismo había hecho el profesor Rafael del Águila en el número 2 de la misma, en febrero de 1997, que tituló Entre la acción y la reflexión. Pueden leerla completa en el enlace anterior.
Es realmente sorprendente -dice al comienzo de su reseña- que este libro haya tenido que esperar más de cuarenta años para ser traducido. Máxime cuando el resto de la obra de Hannah Arendt ha sido vertida al castellano prácticamente al completo. Es verdad que éste es un libro complejo y en cierta medida fragmentario. También que, políticamente hablando, se trata de un libro extraño pues su objetivo declarado no es prescribir qué debemos pensar o qué verdades hemos de sostener, sino uno más modesto y difícil: «Adquirir experiencia en cuanto a cómo pensar». Pero, tal vez debido a estos rasgos peculiares, es también un libro magnífico.
La autora, sin duda -sigue diciendo- uno de los más importantes pensadores políticos del siglo, nos invita a un viaje reflexivo a través de conceptos problemáticos (tradición, autoridad, libertad, verdad y política, etc.) y lo hace sugiriéndonos la compañía de autores y enfoques que la mayoría de los libros sobre estos asuntos suelen dejar de lado. El fuerte peso de las tradiciones de pensamiento liberales hace que en la actualidad, con contadas excepciones, el tratamiento teórico se reduzca a un elenco de autores y problemas más bien reducido y estrictamente circunscrito a una corriente de pensamiento. Sin embargo, Arendt, cuyo conocimiento de los clásicos del mundo antiguo es sencillamente aplastante, nos plantea otra forma de pensar aquellos conceptos.
El interés en el pasado de Harendt -concluye el artículo- es el interés por la acción política ante una situación contemporánea que parece promover, junto con el olvido, la pérdida de una dimensión humana esencial: la libertad política, tan diferente del pensamiento técnico-instrumental como del libre albedrío individualista y de todo aquello que ocurre en ese «oscuro lugar» que es el corazón humano. El triunfo de la fabricación y del homo faber sobre la acción política, tema tratado por Arendt en otros lugares de su obra, ocupa pues, de nuevo aquí, el centro de su interés. Y sus ideas al respecto son tan fuertes y tan pregnantes que sugieren, una y otra vez, nuevos enfoques y nuevas descripciones. Es éste un buen ejemplo de esa extraña cualidad humana que es pensar desde la brecha del tiempo y apegado a la experiencia viva: «única región en la que, quizá, al fin aparezca la verdad».
El libro de Hannah Arendt describe la crisis paralizante con las que se enfrenta la sociedad debido a la pérdida de sentido de palabras clave de la política: justicia, razón, responsabilidad, virtud, gloria... En él, en su libro, Hannah Arendt nos muestra como poder volver a destilar la esencia vital de esos conceptos tradicionales y usarlos para valorar nuestra posición actual y recuperar un marco de referencia para el futuro.
Por cierto, hoy he retirado de la Biblioteca Pública del Estado en Las Palmas el libro del que les hablé hace unos días: Estado de crisis (Paidós, Barcelona, 2016), de Zygmunt Bauman y Carlo Bordoni. Espero que tengamos ocasión de comentarlo.
Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
Entrada núm. 2585elblogdeharendt@gmail.com"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)