La asignación del término“holocausto” remite directamente a un hecho concreto definidodentro de la cultura judía y que tiene que cumplir unas condicionesespecíficas. Se trata de un sacrificio que termina en la quema delanimal objeto de sacrificio, aunque los propios judíos hablan deShoa, catástrofe, para referirse a este acontecimiento. Lo que nocabe duda es que nos remite directamente a un hecho relacionado conlos judíos (ya que incluso con mayúscula, como nombre propio, serefiere a ello según la mayor parte de los diccionarios e idiomas),lo que aplicado a lo ocurrido en Europa durante los terribles añosdel nazismo reduce el amplísimo espectro que tuvo el plan nazi delimpieza. Incluso podemos decir sin temor a equivocarnos que no setrataba sólo de una cuestión étnica, sino ideológica y tambiénde elecciones de vida.
Lo que es innegable es que lafocalización sobre los judíos fue innegable, pero eso podía tenersu causa en algo que estuviera más allá de las monomanías deHitler o Goebles con respecto al poder (y por tanto peligro paraquien quiere el poder omnímodo e incuestionable) de los judíos comogrupo, como “lobby” diríamos hoy. Tampoco esto puede negarse; elsionismo ha actuado como ideología, basada en la pertenencia étnicapero también social a un grupo de poder muy bien establecido y congran expansión en el mundo occidental, incluida Rusia, y quepretende hacer de la causa judía una ideología dominante, muchoantes del Holocausto. Pero quien desea ostentar el poder de forma queno sea puesto en duda, debe ejercer un terror sin sentido como muybien comprendieron los miembros de las organizaciones encargadas deasegurarse de ello bajo el gobierno nazi, y que tan bien entendieronpor enseñanza directa los militares españoles que allí fuerondestinados, y de forma indirecta los organismos de control de laentonces URSS.
Controlar como se debe pensar, comodebemos relacionarnos, con quien es bueno hacerlo y con quien no, esun ataque directo a la libertad de acción personal que se encuentraen las antípodas no sólo de la modernidad sino de la concepcióndel respeto a la persona. Para ello se debía reducir al mínimo lasposibilidades de elección política (y por tanto se debían eliminaraquellas que fueran un obstáculo); se debían limitar las opcionesreligiosas, étnicas, morales y sexuales que permitieran diversidad,que aceptaran lo diferente; se debían reducir al mínimo los gruposde poder económico que pudieran ejercer un control alternativo alque pretendía imponerse. A esos tres tipos de control pertenecíanlos judíos de una u otra forma, de manera que eran un objetivoclave, pero no el único. Marxistas, anarquistas, gitanos, negros,eslavos, homosexuales, discapacitados, judíos.... y todos aquellosque de una manera u otra admitieran ayudarlos o mezclarse con ellosfueron el objetivo del frío y calculado exterminio durante casi unadécada. Nadie antes había llegado tan lejos, pero la conjunción deindividualismo, pragmatismo y efectividad mecanicista derivadas delpensamiento ilustrado y del mercantilismo permitieron que se llegaraa ello.
Así las cosas, creo que ha llegado elmomento de poner en claro la diversidad mucho mayor de lo aceptadodel objetivo de esta gran obra de ingeniería social moderna que fueel exterminio durante los años 30 y 40, que no sólo recorrióEuropa sino el mundo entero. Un exterminio de magnitudes mucho másgrandes y espantosas de lo que estamos acostumbrados a escuchar yaceptar, y que la propia propaganda de quienes lo permitieron haalentado durante decenios. Todas las guerras que se produjeron desdefinales de la década de los 20 y 30 en Europa, en los Balcanes yEspaña principalmente; el comienzo del exterminio en la URSS durantelos 30; el exterminio chino por parte de los japoneses durante décaday media, ampliada al resto del sureste asiático con la guerra; elexterminio judío, gitano, ideológico y homosexual en Alemania, laURSS y toda la Europa ocupada y controlada durante la guerra; lasbombas atómicas sobre Japón (que no sobre Alemania). Durantedecenios se ha seguido utilizando un exterminio de “bajaintensidad” en los países de órbita soviética y en los deinfluencia norteamericana o europea (Latinoamérica, Asia y África).¿Podríamos visualizar los muertos y/o torturados sobrevivientes detodo esto que acabo de nombrar? Ese es el exterminio, un exterminiocontra la persona, contra el ser humano que busca ser libre paraconstruirse como persona, independientemente de su etnia, credo oideología política, no sólo contra los judíos.
Es difícil hablar de la muerte demillones sin sentido sin caer en riesgos que puedan ser luego tomadosen cuenta, pero creo que empieza a llegar el momento de dar un giroradical al tratamiento del tema, ya que sigue siendo colateral elhecho de que se organizara el exterminio de millones de personas, aque se hiciera contra un grupo determinado por su pertenencia a unaprocedencia cultural determinada.
La razón que marca este texto provienede la reciente conmemoración del Holocausto en Auschwitz que ademáscoincide con la llegada a nuestro país de la película francesa “Laredada”, y parte de la utilización continuada del término“holocausto”. Y de que estoy de regreso de París, donde me hedetenido unos segundos frente a un ramo de flores frescas colgado delmuro del Lycée Jean-Lurçat del distrito 13, en la calle Jeanned'Arc, donde se conmemora a los 120 niños y niñas que estudiabanallí y vivían en ese distrito, aquella noche del 16 de julio de1942 en la que se procedió a la mayor redada conocida de nuestrahistoria reciente. Todos eran judíos. Todos eran franceses. Todaseran personas. Aunque de grandes redadas nuestro país se adelantó alos nazis, ya que Fernando VI y el Marqués de la Ensenada llevaron acabo “la gran redada” el 30 de julio de 1749, donde de formacoordinada se detuvo a cerca de 12000 gitanos con el objetivodeclarado por el “buen marqués” de ser exterminada aquellageneración.
¿Me coloca esto en el lado de losnegacionistas? Pues podría ser que sí, al menos para muchos. Peronegacionistas son los que insisten en negar un exterminio concebido,planificado y estudiado que desde finales de los años 20 del siglopasado se ha venido ejerciendo contra la humanidad. Exterminio fue laesclavitud africana durante dos siglos; planificada, estudiada yconcebida por Europa para su beneficio económico del que aún hoynos beneficiamos. El sionismo es hoy parte del mismo poder que en los30 planificó incluirles en el exterminio, y no tiene que ver con elcredo o etnia de quienes lo profesan, que pueden ser judíos, comotambién lo eran quienes adoraban al becerro de oro al descenderMoisés del Sinaí. No debemos olvidar el dolor causado, pero no sóloa los judíos, sino a toda la humanidad por parte de unos pocos queaún siguen controlando el mundo. Nos creímos la idea que antes eraconspiranoica del holocausto después de ver los hornos crematorios,pero una buena propaganda hizo olvidar el resto, o sólo resaltar loque podía interesar de ello, convirtiéndolo en la Shoa. Los árbolesno nos han dejado ver el bosque; unos árboles bien preparados parasu fin.
Sólo el hambre puede sobrepasar lo quesignificó este exterminio entre 1925 y 1995. ¿Alguien me puedeasegurar que no se trata de un nuevo plan de exterminio? ¿Alguienquiere arriesgarse a sumar las víctimas (muertos y supervivientes)de esos 70 años, sin temor al vértigo del horror? Mientras nohablemos de todas las personas que sucumbieron pensaré que estamosfrente a una perfecta operación de maquillaje que borró los rostrosy las vidas de todos los que no eran judíos y judías.