Pensamientos veraniegos (II): Better Call Saul y Ballers.

Publicado el 03 septiembre 2015 por Srinterrogante

Posted on 1:46 by Santiago González-Alverú Iturmendi

En el anterior pensamiento veraniego hablábamos por encima de la importancia de los actores en True Detective. No por irrelevancia del asunto, más bien por no añadir madera a una hoguera de sobra alimentada. Pero ahora es el momento: profundicemos.

La razón principal que define al actor apropiado para cierto papel en una serie de televisión (basándome casi siempre en ficción americana) es su adecuación física al personaje, mientras que la propia habilidad del intérprete, sus recursos o incluso su filmografía anterior resultan al principio elementos menos esenciales para el espectador y el relato. Una serie se piensa temporada a temporada y se fabrica toma a toma, implica un riesgo notablemente menor que una gran producción cinematográfica y de tener éxito, es a posteriori cuando permite que el actor se hmaga uno con su personaje y demuestre lo que vale, mientras es sometido a otro tipo de análisis. Bryan Cranston, Hugh Laurie o Emilia Clarke son ejemplos de actores que se beneficiaron o se benefician al principio de un potente personaje, para más tarde dar lo mejor de sí mismos y que el personaje se beneficie de un potente actor.

Better Call Saul y el personaje de Saul Goodman es un ejemplo claro de esta teoría. Por supuesto que es un gran actor (vean Bob Odenkirk Nebraska para reforzar esta idea) pero es Saul y sus camisas chillonas, su frase adecuada en el momento justo y todo el imaginario situado a su alrededor (tazas, anuncios, cigarrillos, hinchables y demás parafernalia que la serie nos recuerda en sus cabeceras) lo que hizo el trabajo en primer lugar.

Ahora bien, una vez asentado esto, el spin off de Breaking Bad está resultando un campo perfecto para probar que todo es mucho más que un personaje bien diseñado con un actor adecuado aprovechando tirón, y que hay lugar para construir algo relevante. La serie es fantástica, resulta entretenida e incluso profundiza de forma muy adecuada en temas como la diferencia entre la codicia y saber valorar el dinero o lo que distingue a un criminal de una persona malvada.

Además de tener al mismo showrunner detrás y compartir estética, toma el mismo camino narrativo que Breaking Bad : presenta una versión disminuida, asustada y en proceso de evolución del personaje que todos sabemos aparecerá en algún momento. El hecho de que aquí conozcamos ya a Saul Goodman en todo su esplendor puede desanimar a algunos a seguir las andanzas de Jimmy McGill, al contrario que lo ocurrido con el de Walter White, que no dejó desprenderse de la pantalla a nadie, sorprendiendo a todos una vez llegada su forma final. Heisenberg

La teoría del actor como elemento secundario en el desarrollo inicial de un personaje y una serie tiene, claro, excepciones. Una de las más notables es el apoyo del público o los fans del intérprete y de eso sabe mucho un tal Dwayne The Rock Johnson. Ballers Tal y como explica Alberto Rey en El Mundo "Las cosas de los nichos y las audiencias específicas han hecho su magia. es una de las comedias más exitosas de HBO [...]. La confirmación definitiva de que The Rock tiene una base de fans potentísima. Y de que Ballers es una serie muy a tener en cuenta."

En Ballers Dawyne Johnson interpreta a Spencer Strasmore, jugador retirado que se dedica a asesorar a estrellas en activo. Curiosamente no es la primera vez que el actor se acerca al mundo del en la ficción. En el drama Gridiron Gang fútbol americano interpreta al entrenador de un equipo de presidiarios, en un cuento de superación en equipo al estilo de otras como Mean Machine . En The game plan , película olvidable en la que el ex luchador todavía no se había decidido por la calva, hace de vanidosa estrella del deporte a la que se le obliga a asumir la paternidad.

Aprovechando una sutil similitud con la vida real que le permite flirtear con la autoparodia y abrazar la reconversión, el hombre con la mayor espalda y la mayor sonrisa en Hollywood ha sabido capitanear una serie aparentemente menor y convertirla en un maravilloso entretenimiento, por ahora formada por una equilibrada primera temporada de diez capítulos de veinte minutos de duración en la que nos adentramos en el mundo del fútbol americano como no lo habíamos hecho desde Un domingo cualquiera.