Pensar con el estómago: una decisión riesgosa

Por Finproyectos @FinProyectos

"No puedes pensar con el estómago" fue lo que me dijo un gran amigo, a quien le debo mucha sabiduría, mientras le consultaba sobre una decisión importante de dinero.

Este tipo de acciones es común en las personas. Que, ante realidades financieras, como en otras áreas, toman decisiones basadas no en datos o realidades objetivas, sino partiendo de los fundamentos frágiles de la emoción momentánea o bien de una necesidad.

En ese sentido, nos interesa aborda el tema sobre " Cómo evitar tomar decisiones financieras con el estómago" con el fin de crear un marco de referencia en torno a la optimización de los recursos económicos y las elecciones de consumo.

Pensar con el estómago es fundamentar decisiones racionales sobre la base de criterios irracionales.

Es partir de realidades situacionales y momentáneas que no necesariamente son relevantes o incidentes en asuntos futuros. Para explicarlo de una manera más sencilla, pensar con el estómago es hacer un viaje de varios kilómetros con poco combustible y asumir que de manera mágica el tanque de gasolina se va a llenar.

Este tipo de ilustración se aplica tanto al área de las finanzas como a otros aspectos de la vida humana. Ya que existen personas que toman decisiones financieras no sobre la base de un análisis, sino de la emoción o necesidad el momento.

Por ejemplo, en el caso de la emoción, una pareja recién casada que quiere comprar una casa, se embarca en un proyecto de vivienda porque alguien próximo también lo hizo, ellos quedaron fascinados y pensaron que ellos "también pueden". O bien, en el caso de la necesidad, una persona desvía su carrera profesional de varios años, por un empleo que relativamente le paga más, pero solo por tres o cuatro meses.

En sentido, pensar con el estómago es sinónimo de tomar decisiones, en este caso de dinero, no racionales, y probablemente en momentos de debilidad, sensibilidad o vulnerabilidad financiera. En donde la persona no logra visualizar las consecuencias económicas relativas al futuro. Y prefiere sacrificar un beneficio futuro perdurable, por una gratificación presente efímera.

Tomando lo anterior como punto de referencia, la pregunta que surge es ¿Cómo evitar tomar decisiones financieras pensando con el estómago? O mejor ¿Cómo tomar decisiones de dinero racionales?

Para esto, evidentemente, hay que partir de la razón. Y esto se logra a través del análisis y ponderación de las diferentes variables que inciden en dicha decisión. Es decir, en la medida en que la persona enmarca el uso de su dinero sobre la base de elementos racionales entonces elimina de la ecuación el factor emocional, por ende, tendrá una perspectiva distinta a la hora de elegir.

En función de esto, la manera de materializar la racionalidad o inteligencia financiera es partiendo de dos pilares claves:

Cuando se logran establecerlos dentro del contexto de las decisiones financieras entonces los niveles de riesgo se reducen, mientras que las certeza aumentan.

En ese sentido, hablar de planificación es tomar en cuenta dos elementos de alta relevancia:

  • Objetivos: Esto sugiere tener claridad en el tema de qué es lo que se busca hacer con el dinero y cuál es el destino que se va a dar.
  • Disciplina: Esto sugiere el apego a los lineamientos planteados en la planificación. De manera que se eviten tomar decisiones abruptas, sino sobre la base de qué se planificó y pensó previamente.

Mientras que en el caso de la organización lo importante es la priorización; esto es, jerarquizar o importantizar el tipo de consumo que se va a llevar cabo. Superponiendo las necesidades a los deseos, sin dejar de satisfacerlos a ambos, pero en su justa medida y momento apropiado; de manera que esto no cree desbalances en el flujo de efectivo personal y entonces se pueda añadir valor a la gestión financiera.

Pensar con el estómago es asumir riesgos en la gestión financiera persona, que quizás no se puedan solventar. Porque probablemente se están pasando por alto elementos que sí son relevantes a la hora de encausar el consumo.

Por lo tanto, es prudente apegarse a la razón, partiendo de dos elementos básicos: Planificación y organización, de manera que se tenga un marco de referencia en cuanto a qué se va a hacer con el dinero y que el resultado no ponga en juego aquello que puede ser de beneficio en el futuro próximo o lejano.

Por lo que, si esta entrada sobre cómo evitar tomar decisiones con el estómago le ha sido de utilidad le invitamos que comente y la comparta. Sus opiniones y aportes son de gran importancia para esta comunidad y enriquecen el debate. Y si le interesa profundizar en el tema de las decisiones financieras le sugerimos adquirir el libro ¿Cómo llego a fin de mes? Escrito por Andrés Panasiuk haciendo clic en la imagen más abajo.