Pensiones: que los bancos paguen lo que deben

Publicado el 15 enero 2018 por Civeperez
La idea de que la banca contribuya a sufragar las pensiones estatales no es descabellada. En cualquier caso, mucho menos que la pretensión de la banca de suplantar a la Seguridad Social con sus planes privados de pensiones. Lo que resulta pueril es que las dos formaciones políticas que deberían unir fuerzas para reforzar las pensiones públicas rivalicen por ver quién fue la primera en exponer la idea. Máxime, cuando la primicia del ‘invento' no les corresponde a ninguna de ellas, como se verá a continuación.
El PSOE, por boca de su líder, Pedro Sánchez, acaba de proponer la creación de dos nuevos impuestos: uno que grave las transacciones financieras [en línea con lo que viene defendiendo ATTAC desde hace un par de décadas] y otro extraordinario sobre la banca, para que ayuden a reducir el déficit de la Seguridad Social. Sánchez justifica el impuesto bancario con el impecable argumento de que los españoles contribuyeron "con el sudor de su frente" al rescate de la banca, por lo tanto lo "justo" es que ahora sea la banca quien ayude a sostener el sistema de pensiones.
De inmediato, el Gobierno, junto a La Voz de su Amo —conjunto de medios informativos al servicio del mundo de los negocios— han descalificado la propuesta. Así, El País, conspicuo miembro del club de los voceros, dedica al asunto un editorial en el que califica la propuesta como demagógica. Pese a reconocer que "es necesario asumir que cualquier desequilibrio entre ingresos y gastos de la Seguridad Social será soportado por los presupuestos públicos. Ello significa admitir que la recaudación de impuestos debe incrementarse para satisfacer esa prioridad inexcusable". Sin embargo, el editorialista se apresura a sacar del campo de juego a la banca: "Lo que no es razonable es definir un impuesto específico que recaiga sobre un sector concreto de la economía. Mucho menos justificarlo como una contrapartida a las ayudas públicas que han recibido los bancos en la gestión de la crisis financiera".

Entonces, ¿de dónde obtenemos los recursos para garantizar las pensiones? Según el editorial: "El necesario aumento de los ingresos fiscales para garantizar los compromisos de la Seguridad Social no tiene por qué concretarse en impuestos finalistas. Existe recorrido suficiente en la mayoría de las figuras tributarias existentes para garantizar la generación de ingresos".
Traducción para peatones: si hay que recaudar más, que la carga recaiga sobre las espaldas de los de siempre, o sea, los asalariados. Que son los que pagan impuestos por partida doble. ¡Mucho ojito con
tocar las rentas del capital!

La ciudadanía debería, de una vez por todas, dejar de comulgar con las ruedas de molino de ciertas convenciones espurias. La primera, que todos los gastos del Estado —como las carreteras, por las que circulan tanto los trabajadores como los empresarios, banqueros y otras gentes de buen vivir— se costean con cargo a los impuestos generales. Un dinero que, casi en su totalidad, procede de las rentas del trabajo (IRPF) y del consumo de la mayoría de la población, que es trabajadora. Sin embargo, se acepta como si fuera una ley cósmica que las pensiones públicas han de ser sufragadas únicamente por el bolsillo de los trabajadores.
Tales convencionalismos determinan una realidad perversa: los asalariados sufragan el coste de las Fuerzas del Orden que protegen la Seguridad de la Propiedad Privada —cuya porción más sustanciosa se acumula en pocas manos— mientras que los más adinerados no contribuyen a proteger la Seguridad Social de quienes dedican lo mejor de su vida a construir la fortuna de los ricos. 

Ha llegado la hora de derribar este binomio de ideas dominantes en el pensamiento político a través de una acción decidida de los representantes de la mayoría social de este país. Para ello, los partidos de izquierda deben dejarse de postureos, rivalidades, sorpassos y esperpentos periféricos, e ir a la raíz de las cosas. Históricamente, la izquierda sólo ha conseguido atenuar la injusticia cuando sus distintas formaciones han golpeado conjuntamente contra las desigualdades. 
En este sentido, los dirigentes de Podemos parecen sentirse molestos con la propuesta del PSOE, y se han apresurado a señalar que es una 'copia' de una iniciativa de la formación morada. "Es buena noticia que otros partidos hagan suyas nuestras propuestas. Los impuestos a la banca son una necesidad democrática, social y económica", ha expresado Pablo Iglesias a través de Twitter. Por su parte, el responsable económico de Podemos, Nacho Álvarez, firma un artículo titulado 'Pedro Sánchez: bienvenido a la propuesta de Podemos', recordando que el programa electoral de su partido proponía poner un "impuesto a la solidaridad" a las entidades financieras para que hicieran frente al rescate.

¿Y qué más da? Los celos podemitas por arrogarse la primicia de la idea tienen un tinte pueril. En materia de políticas de justicia social, no importa tanto quién lo diga primero, sino quién sea capaz de llevar a cabo las reformas.


Porque, puestos a ser tan estrictos, les contaré una pequeña anécdota. Y es que, en todo caso, sería al modesto ciudadano que mantiene este cuaderno a quien corresponde la primicia del 'invento'. Cuatro años antes de nacer Podemos (2014) defendí la idea de que la banca debía contribuir a sufragar el sistema público de pensiones. Idea puesta, negro sobre blanco, en un libro cuyo título no deja lugar a dudas: ¿Pensiones en peligro? Que la banca pague lo que debe (El Viejo Topo, Barcelona, 2010).
Conviene huir de las tentaciones adanistas y tener bien presente la vieja advertencia nihil novum sub sole: nada hay nuevo bajo el sol. Dicen que después del Génesis todo lo que se ha escrito es un plagio continuo. Al menos en nuestra cultura occidental, porque la Biblia también es, en muchos de sus pasajes, un puro plagio de otros mitos tomados de textos más antiguos. Entre ellos, la epopeya babilónica de Gilgamesh donde ya se cuenta el mito del Diluvio Universal. 
Por lo que a mí respecta, me aplico el cuento.
Aunque cronológicamente yo dijera antes lo del impuesto a la banca, seguramente la idea vino inspirada al escuchar la amarga queja de miles de personas jubiladas cobrando una pensión miserable. Y dado que yo no soy adanista sino en todo caso pensionista [más bien mediopensionista a juzgar por la birria de paga demediada que recibo a fin de mes] de buen grado les regalo la idea a todos los políticos que estén dispuestos, en serio, a llevarla a cabo.
     
Y de paso, les regalo otra idea en nombre de las personas que hemos firmado la petición solicitando a los parlamentarios de las distintas formaciones políticas del Congreso de los Diputados que alcancen un pacto de Estado en virtud del cual la cuantía de la pensión mínima contributiva y de viudedad sea equiparada al Salario Mínimo Interprofesional. 

 
Por favor, Señorías, hagan suya la idea, llévenla a cabo y háganse una foto firmando el acuerdo. Con la subida de la pensión mínima podremos comprar el periódico en el que aparezca esa imagen.