han dejado las máquinas y las pacas de espigas
acostadas en los perímetros
de cada propiedad entre los cardos
los altísimos cardos tan secos que parecen
con el sol de la tarde metales al rojo
pasa el viento a través de semejante acero
para llegar tan limpio a nuestra cara
que algunos hombres se han creído
tomados por espíritus que entraban por su boca
si ahora nos besáramos
Cristina MoranoFotografía: Toñy Riquelme