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Este especial me ha cogido verdaderamente desprevenido. No me lo esperaba. No he podido ocultar mi pasmo, mi desconcierto y no puedo evitar transmitíroslo. Os cuento. Hoy, tras salir de clase de inglés he decidido dar un paseo por el centro de Alcalá antes de ir a casita y he acudido a mi tienda habitual de discos de segunda mano a ver si me encontraba con alguna buena nueva que llevarme a los oídos y cual ha sido mi sorpresa al encontrarme las estanterías absolutamente (ab-so-lu-ta-men-te) plagadas de discos de Death Metal... Ni qué decir que me he asustado unas cuantas veces al pasar de disco en disco y ver en las portadas auténticas monstruosidades... Barbaridades.
Lo normal en estos especiales 'Peores Portadas' es que la nota dominante sea la fealdad, pero siempre en el sentido más lúdico y jocoso de la palabra, claro está. El problema en este caso es que al parecer a las bandas de este movimiento musical les encanta lo feo pero visto desde el sentido más enfermizo de la palabra. No controlo mucho del movimiento, pero se aprecia cierta querencia a lo oscuro y negativo. Querencia que se manifiesta en portadas donde lo frío, grotesco, insano, morboso, putrefacto y vomitivo campa a sus anchas... Chungo. Allá ellos. Personalmente es algo que no entiendo pues disfruto alabando el brillo y el calor de la limpia luz. Distintas ópticas.
Mi veredicto final sobre el hecho que la tienda de discos se haya visto atacada por esta horda de discos no es otro que el siguiente: Me apuesto lo que sea a que un chaval postmoderno, solitario y tristón en la edad del pavo tardía (de esos que rozan la psicopatía) ha tenido la tremenda fortuna de echarse novia y no le ha quedado otra que deshacerse de toda esta infame morralla. Por la cuenta que le traer.
Y si no es así, debería serlo.