Allí que me presenté a las tres y media pasadas, y viendo la hora, decidí preguntar si aún servían comidas. Afirmativo y sonrisa del camarero, ¡perfecto! Me acompaña al comedor, de unas 10-12 mesas, con una única ocupada por un hombre que no come, sino que lee el periódico.
Se acerca de nuevo el camarero a cantarme los platos del día, de los cuales fui eligiendo por bloque: entrante, ensalada de setas, una ensalada de mil colores que formaban la lechuga, zanahoria, lombarda, cebolla roja, maíz, tomate... y un revuelto de setas en el centro. Si os digo la verdad, cuando lo ví, no me resultó de lo más atractivo el revuelto, pero todo junto tenia muy buen sabor. El primero fue una sopa de cebolla, puerro y calabaza. O eso creía yo. Cuando llegó el cuenco, el interior me pareció muy espeso para ser sopa, y al meter la cuchara, efectivamente, era más bien una crema (odio las cremas y purés). En ese momento me vino a la cabeza la imagen de mi madre diciendo "es de mala educación dejar comida en el plato", así que obediente a mi madre virtual, me comí todo el cuenco. Menos mal que el sabor, era suave, fino, con un toque marcado a cebolla frita. Para terminar, pimientos rellenos de setas en salsa de choricero. Sí, más setas, soy adicta, LO RECONOZCO. Tres pimientos que sirvieron en cazuela de hierro fundido, el único material que aguanta semejante calor... ¡menuda manera de echar humo! La bechamel era fina, cremosa, con trozos de setas, como debe ser, que se vea y reconozca el relleno. Qué manía tienen en otros restaurantes con triturar el relleno.
Mientras esperaba que me retiraran la cazuela, al otro lado de la puerta, el cocinero subió el volumen del reproductor de música que tendria en la cocina, y empezó a sonar Rihanna a todo volumen. Toma ya, este tio me gusta. Viene el camarero, elijo el yogur natural (y casero), y cuando me lo trae, es "All the single ladies" de Beyoncé. Esto es una indirecta, claramente. Termino el yogur, cremoso, y con un sabor más fuerte que los envasados, y mientras espero que se acerque alguien, aparece el cocinero, el cual me pregunta por la comida. Oye, pues que me ha encantado. Pena de haber estado sola. Bueno, estaba Rihanna. Y Beyoncé. No está nada mal para ser Barakaldo.
PEPINTXOwww.pepintxo.comC/ Castilla la mancha, 21. Barakaldo.
Pena de calle tan sombría y a desmano. Pena de una entrada nada atractiva. Pena que no se conozca más este restaurante vegetariano en Barakaldo, que nada tiene que ver con los de Bilbao, y menos ahora que Lu'um ha cerrado (ooooooooohhhhhhhhh, maldita crisis).Tanto el camarero que me atendió, como el que me cobró, como el cocinero, fueron encantadores, haciendome sentir que no estaba sola, a pesar de no haber ni un alma, normal, viendo las horas que eran. La comida, preparada con mimo y cuidado, con una amplia oferta para un menú del día, que más de uno y de dos, podian apuntarse. Espero tener que quedarme más veces a comer por Barakaldo, solo por volver a Pepintxo.
Gracias Maria.
Menú del día compuesto de tres platos, postre y botella de agua de 1l, 12€