Peppermint
En la tienda de ultramarinos los sacos de legumbres, pimentón y azúcar se apilan en un rincón de la trastienda. Pegada a la pared una enorme estantería en forma de ele se levanta repleta de conservas, leche condesada en latas, carne de membrillo estuchada en madera y envuelta con celofán. De sus perfiles metálicos cuelgan de ganchos madejas de tripas saladas para los embutidos y jamones, ristras de ajos… tufo y efluvios ácidos y salados, pestilencia de la amalgama. Arriba del todo, los mantecados como anuncios de navidad… bien altos para estorbar la tentación de los mozos aprendices al arte del despache como yo. Domingo, el tendero jefe, voceó desde el mostrador - ¡Fernandito, un bote de Ajax para la mujer esta¡ - Y Fernandito cerca de la cumbre traga saliva con olor a chocolate almendrado y renuncia a la cima, y vuelve… con el Ajax para esa mujer.
¡Petróleo¡ He escuchado por primera vez esta palabra, mi madre nos trajo hoy al pueblo, lugar del que yo no tenía aún idea de su existencia. Mamá ha decidido llevarnos desde nuestra casita del pantano en el que Papá hace de guarda para la central hidroeléctrica, y donde nos falta casi de todo menos la luz; al pueblo adonde yo sin saber nací: Húmedo y frío de miserias antiguas… con calles y tiendas, boticas y frías iglesias; con de todo menos el brillo de la luz - Brea en el rostro, como un nocturno a piano de Chopin, esta noche me descubrió el olor crudo del petróleo para la lámpara sobre la cómoda… bailando los grises de las sombras reflejadas entre los claroscuros de la cal. Hasta que el día empieza sin notar que ya es día, si no más noche en la umbría del rincón de la calle de los molinos… y la lámpara escasa de combustible humea en la repisa… gastada - Id con esta botella a la botica y que os la llenen de petróleo, si no, esta noche no tendremos luz para ir a la cama y os acostaréis a oscuras, y no os gustará escuchar las campanadas de la iglesia en la oscuridad…
Don Jerónimo es uno de esos hombrecillos que ni muy altos, ni muy bajos, ni con pelo ni… más na; maestro de adaptación me enseña para adaptarme, quizás, las coplas del Marqués de Santillana. Risueño y perdido, las recita con su voz engolada “Non es deseosa de amar, nin lo espera, aquesa vaquera” Ex alcalde ennoblecido - en el sentido más casposo y cargante de la palabra - luce en su solapa el escudo de la ciudad vieja. “Pequeño paje Buendía” me llama para sacarme a la pizarra… por mi flequillo a tazón y la melena larga yo su paje, él poco me enseña… ni ya el pobre Garvín es nada - Recuerdo a Villacañas, a Muro, Leiva y a Hurtado “non vi en la frontera…” yo en la pizarra, él recitando - En semejantes circunstancias siempre escapo un instante, miro de afuera y me pregunto ¡¿Dónde habrían de poner para grabar las cámaras?¡ Don Jerónimo supone mi manera de ver los lunes… cada domino por la tarde.
El teniente Ferreiras, al mando en la subayudantia del cuartel de Mahón, nos cuenta su vieja historia sobre África y los dos legionarios maricas. Nos habla de los cuernos que un legía le puso a otro y de cómo este descerrajó todas sus balas sobre él infiel en el cambio de guardia. Frente al pelotón de fusilamiento el novio de la muerte prefirió mostrarse sin capucha y a pecho descubierto…. Mi teniente arde en fervor mientras nos relata el suceso ¡Diablos¡
Esta tarde de vuelta a la tienda, el mismo olor, las mismas tareas y este hombrecillo insignificante que lo sabe todo sobre el arte del mostrador ¡estúpido hasta la desesperación¡ Todo sigue igual en este rincón de mi vida. Miro al necio que a fuerza de ser siempre tendero ha logrado ser tendero encargado al fin, y comprendo que no hay más, que mi destino aquí ya estaba escrito… - Recordé al Teniente Ferreiras, a Don Jerónimo y el olor a petróleo; a Doña Juana, a Paquito Herrera, a Aguilera y Almazán… y todos los olores que estarán aún cuando nosotros no estemos…
Hay un momento, endiablado momento, en que ya solo somos lo que hemos sido, y lo que no pudimos… He salido, pensé que me vendría bien caminar. Creí que podría ordenar mis ideas y a cambio solo llegaron recuerdos dispersos de imágenes grotescas; flashback de una vida y la palabra Peppermint ¡¿por qué Peppermint?¡ Nada concluí ni arreglé. Sonriendo he mirando al valle y al mundo que mis ojos alcanzan; y gritado entre carcajadas ¡Ya no hay trilobites en el mar¡
Anita dice que se acabó, pero no es verdad, ella dice las cosas que no quiere siempre… dice lo que no le conviene.
© f. buendía.