Zeluán nunca decepciona. Enclave muy recomendable, ofrece una buena variedad de aves con las que entretenerse y practicar la ornitología, además de la posibilidad de disfrutarlas a muy corta distancia, y la esperanza de que siempre surja alguna sorpresa. La oferta de limícolas era muy variadilla, uno de los más interesantes un ejemplar de correlimos gordo Calidris canutus, que aunque no es raro siempre se presenta de forma escasa.
De correlimos también pudimos disfrutar de un grupo de unos 10-12 correlimos comunes Calidris alpina. Mi compañero Javi Martín me envía una foto de uno de ellos, concrétamente un ave de primer invierno, se le aprecian bien las coberteras de juvenil.
Aquí podemos ver al correlimos gordo junto a otro de los comunes, para comparar, y con ellos uno de los 5-6 vuelvepiedras Arenaria interpres que también encontramos, este a lo suyo y haciendo honor a su nombre...
En los últimos años se ha asentado un grupillo invernante de archibebe claro Tringa nebularia en la ría de Avilés, que se dejan ver muy bien. Aquí tenemos a dos de ellos, en otra foto que me envía Javi, junto con unas cuantas gaviotas reidoras.
Y ya en plan llanero solitario, nos encontramos con uno de cada de los siguientes: zarapito real, zarapito trinador, chorlito gris y archibebe común.
Aparte de los limícolos había una oferta variada del resto de surtido de aves acuáticas: garcetas, garzas reales, cormoranes grandes y diversas especies de gaviotas. En este capítulo el dato más interesante fue sin duda la observación de un ejemplar de serreta mediana Mergus serrator, creo que el primero de la temporada en la zona, del que pongo una foto completamente asquerosa y testimonial.
Antes de ir a Zeluán nos habíamos acercado hasta Luanco, a ver si desde el Gayo podíamos localizar algún colimbo o álcido. No hubo suerte, el dato más interesante fue la observación de un charrán patinegro ya un poco tardío pescando en la ensenada, dos vuelvepiedras en los bloques del nuevo puerto y varios alcatraces que pasaron cerca debido al temporal.
Si nos entretuvimos un rato observando un par de andarríos chicos Actitis hypoleucos que andan por los prados de la zona. Se dejan acercar tanto que parecen domesticados.
Y entre los paseriformes algún bisbita pratense Anthus pratensis que me tuvo algo mosqueado, con el plumaje un tanto oscurecido debido a la lluvia.
En esta foto en que está subido a la valla se puede apreciar uno de los rasgos más característicos de este bisbita frente a otros parientes: la uña inferior muy curvada y de gran longitud.
Y esto fue todo, que no es moco de pavo. Poco a poco vamos asentando el grupo y generando un buen ambiente ornitológico, que es lo que cuenta. Son rutas con muy buen rollo que se agradecen un montón.