El despotismo del amiguismo asola España torturando a la pequeña y mediana empresa con la imposibilidad del progreso.
El cruel campo de batalla por el que esos comercios deben cruzar en términos de burocracia absurda e impuestos sacados de “la manga” obliga a cerrar cada día a muchas empresas, enviando al paro a sus empleados. Sin olvidar que los autonómos, se quedan desprotegidos en cuanto a subsidios. España, el país que olvida que el 99,88% de las empresas son PYMES, según la Subdirección General de Apoyo a la PYME. España, el lugar que nunca recuerda que el 63% del empleo es ofrecido por estas víctimas del mercado. Un país, donde cada día añaden un nuevo formulario a rellenar, un nuevo certificado a obtener, y sobre todo, un nuevo impuesto a pagar por la pequeña y mediana empresa. Cuando se habla del empresario lucrado, la gente olvida que es minoritario. La mayoría son autónomos que pasan su vacaciones ligados al móvil.
La injustia debe frenar y dejar fluir las leyes del libre mercado para todos, sin desigualdades, ni interferencias políticas. Como dijo el economista y teórico político Murray Rothbard “La diferencia entre el capitalismo de libre mercado y el capitalismo de estado es precisamente la diferencia entre, por una parte, la paz, el intercambio voluntario, y por otra parte, la extorsión violenta.”