Revista Cultura y Ocio

Pequeñas joyas de La mujer del viajero en el tiempo

Publicado el 28 febrero 2010 por Carmina
Es irónico, en realidad. Los placeres que más nos gustan son los caseros: la comodidad de la butaca, la excitación sedante de la vida doméstica. Lo único que deseo es disfrutar de los placeres sencillos: leer una novela de misterio en la cama, el olor de la melena rojizo dorada de Clare, mojada y limpia, recibir una postal de un amigo que está de vacaciones, disfrutar con la visión de la nata que se deshace en el café, la suavidad de la piel bajo los pechos de Clare o la simetría de las bolsas de la compra dispuestas sobre el mármol de la cocina, esperando que las vacíen. Me encanta deambular sin rumbo fijo entre las estanterías de la biblioteca, cuando los jefes ya se han ido a casa, rozando los lomos de los libros. Estas son las cosas que me aguijonean de añoranza cuando me veo alejadas de ellas por culpa de los caprichos del tiempo. No puedo estar más de acuerdo con Henry, no valoramos las cosas cotidianas, aquellas que nos producen un placer seguro y duradero, porque las disponemos a diario, en el momento en que por razones ajenas a nosotros dejamos de disfrutarlas las añoramos. A mi los placeres que mas me gustan si son los caseros, un buen libro, en el sofá o en la cama, de cualquier genero pero si es de misterio superior, mi pareja, mis amigos y las pequeñas e ínfimas cosas de cada día que se tornan grandes e importantes cuando empiezan a faltarnos. Durante unos meses trabaje de sustituta en un biblioteca y cuando me encontraba sola era feliz deambulando por las estanterías, acariciando los lomos de los libros, cogiendo uno al azar y disfrutando con su perfume, con fragmentos escogidos al azar... Por otro lado me ha sorprendido la definición que hace Clare de una biblioteca y la quiero compartir con vosotros La biblioteca me inspira la misma sensación que la mañana de Navidad, como si se tratara de una enorme caja llena de preciosos libros

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