Pequeñas Mentiras Sin Importancia (Les Petits Mouchoirs), Francia 2010

Publicado el 18 abril 2011 por Cineinvisible @cineinvisib

Esta película es el sueño de todos los exhibidores de cine: más de 5 millones de espectadores en Francia y 20 semanas en cartelera para un film de autor. Guillaume Canet, actor reconocido tanto en su país como en el extranjero, imaginativo guionista y sobrio director, sabe sacar provecho hasta de la circunstancia más adversa. Hace unos años tuve una infección que le mantuvo inmovilizado durante todo el verano. Durante ese tiempo pudo observar que sus mejores amigos no cambiaron sus planes para poder visitarle o ocuparse de él sino que, según lo previsto, cerraron sus maletas y se marcharon de vacaciones.

Esta fue la idea de la que surgió la historia de esta película, interesante pero un poco larga en su parte final. Una pareja acomodada, François Cluzet, como siempre excelente, y Valérie Bonneton, muy divertida en el papel de ecologista radical alimenticia, invita todos los años a sus amigos a celebrar el cumpleaños de Ludo, Jean Dujardin, en su casa de la playa de la bahía de Arcachon. Pero este año será un poco diferente: Ludo ha sufrido un accidente de moto, al salir de la discoteca, y se encuentra hospitalizado en París. Sus amigos deciden mantener sus vacaciones, quince días al menos, y luego ya verán cómo evoluciona Ludo.

El director ha reunido a lo mejor del cine francés en su película: Marion Cotillard, Benoît Magimel, Gilles Lellouche y Anne Marivin. Este grupo funciona como un circuito cerrado que únicamente permite ciertas interferencias en su sistema, un nuevo novio o alguno de los fijos que se retira para no encontrarse con su antigua pareja. La sencilla historia inicial comienza a complicarse y Guillaume Canet despliega todo el abanico de dudas personales, miedos, culpabilidad, secretos y mentiras de este grupo, representativo de la sociedad actual francesa y de su generación alrededor de los 40 años, sumido en un profundo y, a veces, insoportable individualismo.

Según avanza la historia parece que Guillaume Canet pensó que podía ir demasiado lejos y decidió parar el carro. No olvidemos que en la canícula de 2003 se produjeron en Europa 70.000 muertos, de los cuales 20.000 eran franceses. En este país los fallecimientos no se produjeron en muchos casos por falta de infraestructuras o medios, sino, sencillamente, porque la mayoría de ellos estaban solos. Y frente a estas particulares individualidades, en la película, todos se defienden con esas pequeñas mentiras sin importancia, que utilizamos para no herir a nadie, aunque lo más patético son las que nos contamos a nosotros mismos. Lo más triste no es estar solo sino sentirse así rodeado de una multitud.

Y la mejor y más hermosa protagonista de la película: la bahía de Arcachon, filmada con mimo, a ritmo de una excelente banda sonora. Se nota que Guillaume Canet adora el lugar, en especial uno de los extremos de la bahía, Cap Ferret, donde por cierto acaba de adquirir un terreno para construirse una casa para él y su compañera, Marion. Detalle que no tiene interés alguno pero que permite comprender para que le han servido los 5 millones de entradas.