El día que llegaron fue muy emocionante porque eran tan pequeños que casi no los podían ver y todos los niños luchaban por hacerse un hueco y poder remover las hojas para ver dónde estaban. Los vimos por turnos y contamos 8 gusanos. Desde ese día la caja estuvo de lunes a viernes en el rincón de ciencias, disponible para los niños que elegían ese rincón.
Cuando se aproximaba el fin de semana hablamos de qué pasaría con los gusanos si los dejamos en el cole solos. Pensamos que era buena idea pedir a nuestras familias ayuda para cuidarlos y alimentarlos esos dos días y entre todos elaboramos esta circular. Muchas se ofrecieron para llevárselos un fin de semana y otras aportaron hojas de morera durante las semanas que tuvimos gusanos.
Vimos que hacían caca y que había que limpiarles la caja de vez en cuando. En la asamblea, los niños los cogían, los traspasaban a la tapa, tiraban las cacas y hojas secas a la basura y ponían las hojas frescas para después colocar de nuevo los gusanos sobre ellas. Al principio pocos niños se ofrecían para coger los gusanos pero luego ya los movían sin problema y en el rincón de ciencias los ponían sobre diferentes superficies para observar qué hacían.
En estos "experimentos" murieron 3 gusanos. Ya sólo nos quedaban...¿cuántos nos quedarían?. Planteamos este problema en la asamblea y aunque no llegaban al resultado exacto sí estaban seguros de que había menos gusanos que antes. Los contaron y vieron que quedaban 5. Después vimos estrategias para resolver problemas que ya habíamos empezado a usar con otros problemas con números hasta el 6: dibujar el problema, representarlo en la recta numérica o contar con los dedos.
Pasaron las semanas y aparecieron los primeros hilos amarillos que recorrían las paredes de la caja. Les encantaba tocarlos pero decidimos que sería mejor ya no tocar más a los gusanos ni sacarlos de la caja para que hicieran su capullo tranquilos y no se muriesen más. El día que apareció el primer capullo lo anotamos en el calendario. En el cuento La pequeña oruga glotona la mariposa salía después de más de 2 semanas pero nosostros íbamos a comprobar cuánto tardarían en salir las nuestras.
Esa semana en el rincón de ciencias planteamos una nueva tarea: teníamos gusanos y capullos. En total antes había 5 gusanos pero ahora algunos habían hecho ya su capullo ¿cuantos había de cada?. Tenían que ir a contar capullos y gusanos y anotarlo en su hoja. Me interesaba mucho meter alguna actividad en la que usasen los números para comunicar cantidades pues es donde he visto más flojo al grupo.
Y después de dos semanas más ya teníamos los 5 capullos. Sólo había que esperar y cada mañana comprobar si habían salido ya las mariposas. Los fines de semana, el niño que llevaba a casa la caja tendría que estar atento y en caso de que saliesen, recordar el día para luego contarlos. Uno de estos fines de semana salió la primera mariposa y puso huevos. Aquí hubo una pequeña decepción ya que todos esperaban las mariposas de colores como la del cuento La pequeña oruga glotona y otros libros y dibujos. Y más de uno dijo "¡¡¡pero si son polillas blancas!!!". Pobres...
Contamos los días que habían tardado en salir (19) y lo anotamos junto al dibujo de la mariposa y los huevos. Después les conté que las mariposas morían después de poner los huevos y cuando ya todos habían visto los huevos y algunas polillas habían muerto, decidí tirar la caja. Durante el mes que duró este pequeño proyecto recogimos las distintas fases en un pequeño cuadernito que podéis descargar pinchando aquí y en la portada.
También contamos un cuento que aportó un niño de mi clase y que me gustó mucho: ¡Tenemos gusanos de seda!, de Fina Rifá. Es difícil de localizar por lo que lo tuve que escanear. Podéis verlo pinchando en la portada.
Para que tengáis más ideas que cómo enfocar el trabajo con los gusanos de seda, el libro Construír, jugar y compartir, describe cómo realizaron ellas este trabajo en el apartado Algo más que criar gusanos de seda. Yo he sacado de ahí algunas ideas.
Y por último, os recomiendo que visitéis una blog que he descubierto hace poquito que se llama Investigando para la vida, en especial la entrada Los "invisibles" que no caben en las carpetas. En ella habla de su trabajo con los gusanos de seda pero lo que más me gusta es su reflexión sobre todo el trabajo que hacemos en las aula de Educación Infantil y que no se plasma en fichas ni libros de texto. A pesar de estar demostrado que es con el que de verdad aprenden los alumnos supone una verdadera lucha para los maestros hacerlo "visible".