A veces, la vida nos pasa de largo. Nos perdemos en las obligaciones, las prisas y las listas interminables de "cosas por hacer". No nos permitimos parar por un momento, por breve que sea para disfrutar de pequeñas cosas que pueden llenar nuestro día de calidez.
En mi caso, uno de esos momentos ocurre después de dejar a Cangrejito en el colegio. La casa queda en calma, y yo me regalo un rato para disfrutar de un desayuno como a mí me gusta: sencillo, sin distracciones. Preparo algo para comer, una deliciosa infusión humeante, y pongo el tocadiscos. Mientras la música me envuelve, me siento en el comedor. Nada de televisión. Nada de móvil. Solo la compañía de la música, generalmente Jazz y el tiempo que parece detenerse a mi alrededor.
Es un momento que he aprendido a valorar, porque ahora, al estar en paro, tengo tiempo para ello. Tiempo que antes no tenía, o al menos no veía. ¿Y sabes qué? Disfrutar de este momento me ha recordado que la felicidad está en lo cotidiano.
¿Cuántas veces has sentido el sol cálido en la cara mientras caminas? ¿Te has detenido a saborear el primer sorbo de café del día? ¿Te has fijado en el sonido de las risas de tus hijos o en disfrutar de esas primeras gotas de lluvia frías sobre tu piel?
Esos pequeños momentos están ahí. Siempre han estado, esperando que les prestemos atención. Pero muchas veces no los vemos porque estamos demasiado ocupados, con los quehaceres diarios o buscando una felicidad lejana que parece que nunca llega.
Ahora, intento encontrar más momentos de este tipo. No hace falta algo elaborado: basta con estar presente. Puede ser una conversación tranquila con mamacangreja, sentir el calor en las manos de una taza caliente o mirar por la ventana mientras el día cambia de color.
Y tú, ¿has pensado en cuáles son tus pequeños momentos? ¿Los disfrutas?
Hoy quiero invitarte a detenerte un momento. A mirar tu día con otros ojos. Pregúntate: ¿Cuál ha sido tu pequeño momento de felicidad hoy? Recuérdalo antes de dormir. Hazlo un hábito.
Los pequeños momentos de felicidad son como momentos escondidos en nuestra rutina. Están ahí, esperando que los recojamos. No los dejes pasar. Hazles espacio en tu vida. Porque al final, esos momentos, más que los grandes logros, son los que construyen una vida plena.Dejo aquí un tema de uno de los discos que suelo ponerme en esos momentos, espero que os guste: