Srimon conectó el cuadrafónico direccional y se tendió sobre el sofá neumático. Dispuso en su tablero de control un programa vibratorio relajante y luego intentó dejar su mente en blanco. Inmediatamente vinieron a llenarla las primeras notas de la Sinfonía nº6 en Fa Mayor, "Pastoral", Opus 68 de Ludwig Von Beethoven.
Había una rara habilidad en los viejos terrícolas para hacer la música más maravillosa del Cosmos. Los nombres de Mozart, Beethoven, Falla, Strauss, Wagner... eran conocidos en todas las galaxias que se preciaran de conetener mundos de una cultura aceptable. Srimon pensaba que si le hubieran hecho escuchar la 6ª sinfonía de Beethoven cuando atacaba al frente de sus naves el planeta Tierra probablemente hubiera corregido su intención dictando una contraorden inmediata.
Era una lástima que, una vez en cautividad, ninguno de los seres humanos hubiera conseguido una obra notable. Parecía ser que la falta de libertad, cohartaba su espíritu creativo. Quizás si les diera la libertad volvieran a surgir los grandes genios. Sí, parecía una idea acertada. Alargó su mano y tecleó en su agenda electrónica: - "Órdenes para mañana: Concesión de la libertad a todos los cautivos humanos. Deben reincorporarse a sus territorios. La zona inmediata a su planeta queda acotada de conflictos hasta nueva orden en un radio de un parsec".
Hecho esto, el emperador de la Confederación Galáctica volvió a sumergirse en uno de los pocos placeres que encontraba en el Universo.