Con gran cuidado los venusinos tomaron uno de los misteriosos objetos terrestres y lo depositaron en una campana de seguridad. Una nave interplanetaria con escolta especial llegó dos días después de la conquista para transportar uno de ellos a su centro de investigación de Venus. Cuando la comisión investigadora se encontró frente al pequeño artefacto sus miembros dieron un paso atrás: aquello tenía el aspecto de una trampa explosiva, quizá algún tipo de mina o granada de ataque... Una misteriosa anilla de metal pegada a la superficie del cilindro metálico parecía ser el mecanismo de activación. El color rojo de la banda cilíndrica atravesado por algunos mensajes en varios tamaños de color blanco significaría, seguramente, el código terrestre de peligro.El jefe de la comisión decidió hacerlo explosionar en una campana de cuarzo de máxima resistencia y calibrar los efectos del explosivo. Colocados todos en sus puestos, a buen seguro de explosiones de hasta 20 kilotones, un brazo mecánico introdujo un pequeño apéndice y tiró dela anilla. Los altavoces de la sala emitiron el sonido un chasquido seco. Un chorro de espumeante coca-cola se esparció alegre y burbujeante por el suelo de la campana explosionadora.
Con gran cuidado los venusinos tomaron uno de los misteriosos objetos terrestres y lo depositaron en una campana de seguridad. Una nave interplanetaria con escolta especial llegó dos días después de la conquista para transportar uno de ellos a su centro de investigación de Venus. Cuando la comisión investigadora se encontró frente al pequeño artefacto sus miembros dieron un paso atrás: aquello tenía el aspecto de una trampa explosiva, quizá algún tipo de mina o granada de ataque... Una misteriosa anilla de metal pegada a la superficie del cilindro metálico parecía ser el mecanismo de activación. El color rojo de la banda cilíndrica atravesado por algunos mensajes en varios tamaños de color blanco significaría, seguramente, el código terrestre de peligro.El jefe de la comisión decidió hacerlo explosionar en una campana de cuarzo de máxima resistencia y calibrar los efectos del explosivo. Colocados todos en sus puestos, a buen seguro de explosiones de hasta 20 kilotones, un brazo mecánico introdujo un pequeño apéndice y tiró dela anilla. Los altavoces de la sala emitiron el sonido un chasquido seco. Un chorro de espumeante coca-cola se esparció alegre y burbujeante por el suelo de la campana explosionadora.